Recientemente se suspendió una reunión, de las tantas improductivas que suele realizar en los últimos tiempos el comité político del partido de la liberación dominicana, argumentando excusas que ni siquiera quienes la dieron a conocer las creen. La realidad es que el motivo de la suspensión fue el descarnado canibalismo que entre el danilismo y leonelismo se está viviendo a lo interno de nuestra organización.
Por ser, hasta el momento, esas dos corrientes hegemónicas a lo interno del PLD, el daño que ambas le están causando al partido morado pudiera producir heridas tan profundas que no puedan ser cicatizadas antes del proceso electoral venidero. Lo más doloroso de todo ese cuadro caníbal no es la existencia de las naturales corrientes internas que según Maurice Duvergé deben existir para que las organizaciones sean vivas y viables, sino más bien, que la razón de esas ya inocultables divisiones es estar en el poder, por estar en el poder, pues ni Leonel Fernández en sus doce años, ni Danilo Medina en sus seis años de gobierno han resuelto un solo problema nacional, lastre con el cual pretenden esas corrientes, cargue el PLD.
Danilo y Leonel no son el PLD. Aunque resulte molestoso para algunos que han cedido su rol político a cambio de un decreto o una designación, el PLD es un conjunto de hombres y mujeres que a pesar de ver la manera en que advenedisos, arribistas, pero amigos de quienes ostentan el poder, son quienes disfrutan del trabajo de las grandes mayorías generalmente olvidadas y contactadas nuevamente solo al momento en que se hace necesario volver llevar gente a los centros electorales.