Danza, un ritual de sanación y alegría

<p>Danza, un ritual de sanación y alegría</p>

Aztecas, mayas, egipcios, griegos, romanos, árabes, todas las distintas culturas antiguas utilizaron el baile como un ritual. Hoy, cuando se conocen todos los beneficios de la danza, se rescatan valiosos elementos del pasado, para potenciar su poder de sanación, sus posibilidades terapéuticas para encausar sus dotes de bienestar y alegría.

El baile es divertido, sano, combate el estrés, calma la mente, es un medio de expresión y comunicación corporal. La danza es una fuerza poderosa que crea y activa la energía, lleva a otros estados de conciencia, e incluso puede ser un camino espiritual.

La danza es un ritual de sabiduría, una fuente de conocimiento. En las antiguas culturas, el baile poseía una connotación ritual, ya fuera como plegaria o como expresión de alegría y agradecimiento. Era una vía de comunicación con los dioses, la danza era sagrada y tenía una finalidad: era un original lenguaje para conectar con poderosas energías, deidades y mundos.

Aztecas, mayas, egipcios, griegos, romanos, árabes, todas las distintas culturas antiguas utilizaron el baile como un ritual. Hoy, cuando se conocen todos los beneficios de la danza, se rescatan valiosos elementos del pasado, para potenciar su poder de sanación, sus posibilidades terapéuticas, para reivindicar la libertad de expresión, y encausar sus dotes de bienestar y alegría.

Hay diferentes tipos de baile y cada uno tiene sus cualidades y virtudes. En la actualidad, toma fuerza la implementación de la danza como método de sanación, como ritual terapéutico para alcanzar la libertad de expresión, recuperar el poder personal, la seguridad en sí mismo, el encuentro con la belleza interior, y como medio de comunicación entre la mente, el cuerpo, los instintos y las emociones.

Aflora la tendencia a recuperar la sabiduría de las culturas antiguas a través de la danza, fusionando diferentes estilos de baile, absorbiendo los conocimientos de cada cultura.

Prem Shakti es un buen ejemplo de la creación de una innovadora fórmula de expresión e interpretación artística y espiritual de la danza. En sánscrito, Prem significa amor supremo, y Shakti es el principio creativo femenino del universo.

La artista y bailarina colombiana, Antonina Canal, conocida como Galmari, creó este método de danza que busca sanar y celebrar la energía femenina mediante la fusión de los bailes, árabe, egipcio, hindú y gitano. Prem Shakti potencia la conciencia femenina, la belleza, la sabiduría, la sensualidad, el misterio y la creatividad.

“Esta danza es un homenaje a la mujer, un homenaje a la creación, es recordar que la vida es una danza. La mujer siempre ha estado asociada a la Luna, a la sensibilidad, a la receptividad y se busca que -en un mundo donde la mujer ha ganado mucho en cuanto a derechos y reconocimiento, pero donde ha sacrificado la armonía, la delicadeza y sutileza- ésta potencie sus cualidades femeninas.

Queremos dar herramientas poderosas a las mujeres para que mientras ejercitan una actividad divertida y agradable puedan adquirir salud, vitalidad, desarrollo personal y amor propio”, señala Antonina, quien estudió artes plásticas en Nueva York y hoy imparte sus conocimientos de danza en varios países latinoamericanos.

Una fusión de culturas
“En la danza Prem Shakti se trabajan los chakras, reuniendo distintas facetas del baile hindú, el árabe, el egipcio y el gitano. El número siete es muy importante en todas las culturas. Hay siete chakras (puntos energéticos), siete mundos, siete planos de la existencia, siete mares, las siete velas del candelabro judío, los siete grandes misterios. Este número tiene una connotación espiritual”, dice la maestra de Prem Shakti.

Las danzas clásicas de la India evolucionaron como una expresión espiritual de devoción al ser superior. La danza Odissi, originaria de los templos de Orissa, forma parte de la danza antigua clásica de la India, conocida por su gracia y sensualidad. Se trata de unos bailes enmarcados principalmente en las manos, pies, torso y rostro de la intérprete, y que retoman la tradición Paala (el arte de narrar antiguas historias mitológicas y describir grandes verdades filosóficas).

Las mujeres que realizaban esta danza se llamaban devadasis, devotas al dios de la danza. Bailaban en los templos y eran las intermediarias entre Dios y los hombres. Estas bailarinas sagradas vestían bellas indumentarias y joyas para llamar la atención de los dioses. Se utilizan los pies, ojos, para narrar historias sagradas. Cada baile es una historia en sí, que se cuenta con los ojos y brazos. Para bailar profesionalmente esta danza es necesario un profundo estudio de diez años, porque hace falta mucha cultura y profundidad. Es un camino de iluminación que busca la unión con la divinidad, mediante el estímulo de los puntos o sellos de energía.

Los chakras son siete puntos energéticos que reciben, acumulan, transforman y distribuyen la energía. El primer chakra -ubicado en los genitales- es de color rojo, y representa la sexualidad, la tierra, el poder, el dinero, y se denomina el kundalini.

El segundo chakra es naranja, se encuentra tres dedos debajo del ombligo y es el chakra de la creatividad, la sensualidad, la alegría, la salud y el magnetismo personal. El plexo solar, es el tercer chakra, es de color amarillo, se encuentra en la zona del ombligo, y simboliza la voluntad, la disciplina, la intención y el liderazgo.

El corazón constituye el cuarto chakra, se identifica con el color verde y rosa, y representa la verdad, la armonía, la esperanza, la abundancia, la belleza, la devoción, y la compasión.

El quinto chakra es de color turquesa se sitúa en la laringe y está relacionado con la comunicación, la fluidez, el liderazgo. El sexto chakra, se conoce como el tercer ojo, es de color azul real, y simboliza la intuición, la percepción, la sabiduría, la visión, y la profundidad.

Finalmente, está el séptimo chakra, en la coronilla, identificado con el color violeta -el color de la espiritualidad- que es la transmutación, la trascendencia, está asociado a los cambios, la sutileza, la magia, la alquimia.

Por su parte, en el antiguo Egipto las bailarinas eran sacerdotisas y la danza de los siete velos era una ritual privado que lo realizaban las mujeres en un estado de trance para activar y elevar la energía de sus chakras, conectarse con las estrellas, abrir su visión, potenciar su sabiduría, conocerse íntimamente y recibir información sagrada, que transmitían a su publico mediante la danza. Era todo un privilegio estar frente a una bailarina de los siete velos, porque había conquistado los siete planos de la existencia, y quitando los siete velos, las siete mascaras de la ilusión se buscaba desnudar el alma, no el cuerpo, conquistar cada plano. El velo representaba lo oculto, el misterio.

La danza del vientre también era una ceremonia especial en la cual se festejaba la energía femenina. Este baile se realizaba con el vientre descubierto, a fin de que las mujeres, antes de ser fecundadas por su marido, fueran fecundadas por Ra, el Dios Solar, dador de vida.

Asimismo, la danza árabe, es una muestra de folclor, sensualidad, celebración, alegría, coquetería. Es la sensualidad en su máxima expresión. Y la danza gitana, originaria de la India, tiene una mezcla de todos los bailes que heredaron los gitanos en su recorrido por diferentes países y territorios. Son un gran ejemplo de espontaneidad y pasión.

“El baile egipcio representa la conexión espiritual, el árabe, con sus movimientos de cadera es un polo a tierra, la danza hindú muestra devoción, comunicación y sabiduría. Cada uno trabaja con intensidad una parte del cuerpo, y activa distintos chakras: el hindú, trabaja particularmente los chakras de la garganta y el tercer ojo; el árabe, el kundalini, el de la creación y el plexo solar; el gitano, activa el chakra del corazón, el egipcio la espiritualidad. Prem Shakti reúne elementos de estos bailes para conseguir la estimulación integral de la energía, la belleza femenina, la sabiduría antigua y, ante todo, comprender que la vida es una danza y cada instante una oportunidad de evolución y celebración”, concluye Antonina Canal. EFE/Reportajes.

Fórmula integral
La danza trabaja los cinco cuerpos: físico, mental, emocional, espiritual y etéreo.

El cuerpo es un reflejo de la vida de cada persona, allí está escrito el camino recorrido, los accidentes, enfermedades, traumas, excesos, adicciones, abusos, y también los mimos, los buenos hábitos, el cuidado, etc. Es como un diario de vida.

Mediante el trabajo físico que se realiza en la danza, se trabajan todas las hormonas, articulaciones, glándulas, se activa la hipófisis (conocida como la glándula de la felicidad, situada en la base del cráneo, allí se producen hormonas que influyen en el crecimiento, en el desarrollo sexual), y segrega nueva información dentro del sistema nervioso, liberando el estrés, sanando.

El baile calma la mente. Crea una energía que nos permite situarnos en el presente, concentrándonos al cien por cien en lo que estamos haciendo en ese momento. No hay cabida para otros pensamientos y actividades, es una tarea que localiza la mente en el presente. Cuando nos centramos el potencial del cerebro aumenta.

Asimismo, la danza influye en las emociones, generando una sensación de bienestar, de tranquilidad, de alegría, y estimula la creatividad.

También es un camino espiritual, ya que se conectan cuerpo, mente, y emociones, transformando la energía. Y se estimula el cuerpo etéreo, los chakras se alinean, se activan los sentidos y fluye la fuerza personal.

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