Dar un mayor impulso

Dar un mayor impulso

La desproporción entre la economía informal y la formal debería motivar una revisión del orden de prioridades en la estrategia dirigida a empujar hacia arriba nuestras cifras de desarrollo. Esta desproporción se ha medido a partir de sus efectos fiscales y sociales, y por la tajada del PIB que aporta la informalidad, pero los esfuerzos para equilibrar se han quedado cortos. Es cierto que el Estado ha adoptado medidas para impulsar la economía formal, pero lo hace en beneficio de la existente, mientras ofrece estímulos insuficientes y retrasados a las nuevas inversiones, y no adopta las políticas fiscales adecuadas que inspirarían un tránsito hacia la formalidad.

El país tiene que ser ágil en la prevención de las tendencias, positivas o negativas, que se dan en la dinámica económica. Esa debilidad es lo que ha permitido que la economía informal crezca y que lo haga imponiéndole a la economía formal inevitables sacrificios fiscales, y a los asalariados una importante merma en prestaciones sociales. El país necesita fomentar inversiones en procesos de innovación que contribuyan a diversificar más nuestra oferta de bienes y servicios y nuestra presencia en los mercados internacionales. La peor reflexión que hemos escuchado es aquella que estigmatiza la informalidad sin reparar en que su vigor es el resultado de no haber encontrado las políticas fiscales y financieras adecuadas para decidirse por nadar en la formalidad.

Menos carbón y más bosques

El país es exportador de carbón vegetal, que vende en islas del Caribe. Y cientos de miles de familias dominicanas utilizan carbón para cocer sus alimentos. Demasiado carbón significa demasiados árboles talados y procesados con el mayor desparpajo, sin políticas de aprovechamiento y reposición de bosques, y sin controles fronterizos para moderar el trasiego. El calentamiento global y la escasez de agua debe hacernos reflexionar sobre la necesidad de preservar bosques.

En momentos en que la depredación de bosques era una monstruosidad el entonces presidente Joaquín Balaguer adoptó medidas que pusieron el GLP y las estufas al alcance de muchas familias pobres. Esta iniciativa ciertamente amortiguó el crimen ecológico. Hay razones muy poderosas que nos aconsejan que adoptemos medidas para preservar la capa boscosa y estimular su recuperación.

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