La improcedencia de subordinar el accionar económico y social de una nación al crudo contaminador que calienta a todo dar al planeta, hogar común precario y en riesgo por su causa, gravita dura sobre el país; pero como es imposible liberarse con prontitud de las negativas consecuencias, procúrese con fuerza la escapada con golpes a sus garras, ahora concentradas en la conflictividad de hegemonías que mueven fichas desconsideradamente enfrentadas por dominios globales sin respetar a la humanidad. Sanciones a Rusia y confusión de expectativas con Donald Trump reparten daños a diestra y siniestra. Y en lo que a República Dominicana toca lo que duele más con la presagiosa remontada de costos energéticos es la generalizada incapacidad de lidiar con el encarecimiento que ahora llama urgente a imprimir límites y eficiencia a los consumos.
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Está el país atrasado en el aprovechamiento de alternativas inteligentes a la quema bruta de derivados a la que el viento, el sol y la electricidad generada con hidrofuerza deberían estar sustituyendo significativamente. Un mecanismo de subsidios indiscriminados y una tolerancia derrochadora a las importaciones automovilísticas de alta gama y cilindradas son contrarios al comedimiento en la movilidad vial. Sectores de usuarios escapan de pagar la luz y de transportistas que ruedan con unos troncomóviles de combustiones dispendiosas tienen su razón de ser en un agudo déficit de colectivización de este servicio público. No existe un régimen tributario que auspicie presencia mayor en la rama automotriz de mecanismos híbridos o movidos plenamente por baterías de alto rendimiento. Contra el sentido del ahorro se estimula públicamente a crecer el individualismo de la motocicleta en el transporte urbano que tiene que ser inyectada con gasolina para llevar un solo pasajero a la vez. Adicionalmente, demasiado veces esos viajes sobre dos ruedas van a parar a hospitales o a cementerios. Está a la vista la insifuciencia de gestión estatal que, al menos con gradualidad, ha debido ir poniendo a la República Dominicana en el camino de sustituir la súper dependencia al llamado oro negro de los calentamientos planetarios.