¡Date permiso a volar!

¡Date permiso a volar!

Es increíble cómo influye en tu vida una aventura creativa durante tu niñez –expresa Píndaro-,… Siempre buscábamos un refugio más allá de lo perceptible para dejar fluir nuestros pensamientos hacia una dimensión que percibíamos no era entendido por muchos en nuestro alrededor… Una vez, mientras escuchábamos la radio Grunndig en la sala de casa, no teníamos forma de poder ‘ver’ de dónde surgían esos sonidos tan claros y, en nuestro afán, fuimos hasta nuestro bulto escolar y escogimos un lápiz Beroll Mirado No. 2 –que era el que nos asignaban-, le sacamos punta fina y luego de asegurarnos que no había un alma por los alrededores, intentamos vanamente de penetrar hasta lo más profundo de su interior para tratar de averiguar el origen del audio… Hoy, con el correr de los años, nos lamentamos de no tener la suerte de que alguien nos explicara que, con solo destapar la parte trasera del radio, estaríamos en condiciones de ver los famosos tubos que tenían la capacidad de permitir que la energía sirviera de fuente para que las ondas aterrizaran a través de una sencilla antena y poder ser percibidas con claridad meridiana”… “¡Todavía recuerdo –exclama ahora Herminio-, cuando no sabías qué hacer para borrar el tono negro de los puntos dejados por la punta del lápiz en aquella tela frontal y decorativa del radio, mientras nos halaban de las orejas por intentar descubrir algo nuevo! –completa, mientras sonríe-.

“Jajajajajajaja –ríe Píndaro, mientras remacha-, Es que tu mamá siempre te daba rienda suelta para crear… ¿Te acuerdas cuando viste pasar un avión de gran tamaño sobre tu casa y exclamaste: ¡Quiero hacer uno así!, y la respuesta que recibiste fue de ‘Sueña Pilarín’ –que era el eslogan para los aspirantes a creativos-… Lo mejor del cuento es que tú mismo insististe y, aprovechando tu semanal, en un viaje a la Capital fuiste a la tienda ‘La Margarita’ y te compraste un avión para armar, que pensaste fue el que viste, así como el cemento ‘Ducco’ para pegar sus grises piezas y, al regresar a Santiago, empezaste a armarlo hasta tener delante de ti la realidad de un sueño más: Un carguero F-130…”.

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“La realidad es que, cuando piensas en grande, el resultado siempre estará cerca de algo que, en la medida de lo posible, podrás lograr -interioriza Herminio-… Cuando tienes entre ocho y diez años, te puedes dar el lujo de que tus sueños puedes llevarlos a un plano de realidad posible y, si encima de ello tu madre te apoya, te verás ante una experiencia que podría marcar el rumbo de tu futuro crecimiento… Por ejemplo, el amor por el análisis de los procesos y sus etapas nació en mí gracias a que se me ocurrió hacer un proyecto con palitos para los helados… Por esos años, la fama de la marca Noris- -como helado de calidad- trazaba la pauta de consumo en los hogares de Santiago… Siempre me cuestionaba qué más se hacía con los palitos usados en las paletas… Nadie me supo explicar… Una mañana, mamá me tomó de sus manos y me pidió le acompañara a conversar con Don Ariosto Fondeur, dueño de la fábrica en la calle Independencia de Santiago y, al llegar, ¡no la dejé ni empezar a hablar!…”Don Ariosto, ¡quiero hacer una lámpara con palitos!” –exclamé-… Entre risas, agarró dos cajas de 500 palitos cada una y me dijo: “¡Ojalá y llegues a la luna con ellos!”.

“Lo veo como si fuera ayer –expresa Píndaro-… Agarraste tus cajas debajo del brazo izquierdo y, al llegar a tu casa –en la Restauración 60-, cogiste una primera funda y los desparramaste en el piso del comedor… Agarraste un pliego de papel y dibujaste una estrella de 8 filos y empezaste a colocar la primera fila de palitos… Luego, seguiste reduciendo su colocación hasta que la base tomó fuerza… Y, así seguiste soñando hasta llegar a cumplir tu sueño… Tres meses después, lograste colocarle un zócalo con su cable disimulado en el interior de la misma… ¡Una lámpara de palitos de helados, de la cual solo queda una foto a color que, al mirarle, reafirmo que ¡si te lo propones, lo logras!

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