Dato Pagán y las cuevas dominicanas (2 de 3)

Dato Pagán y las cuevas dominicanas (2 de 3)

La publicación de “La Espeleología Científica Guía de Investigación” no causó impacto alguno en el círculo donde el profesor Dato Pagán Perdomo intentaba levantar el espíritu espeleológico. Fue la aparición de “Nuevas Pictografías en la Isla de Santo Domingo Las Cuevas de Borbón”, publicado en el más fino diseño de la época (1978) y con una edición impecable que estuvo a cargo de José Chez Checo, lo que llamó más la atención sobre la cuestión espeleológica y rupestrológica en la República Dominicana, aunque solamente se trataron tres cuevas de las 55 actualmente conocidas.

Ni siquiera las publicaciones hechas por el doctor Fernando Morbán Laucer, investigador rupestre antes de que se iniciara en ello el profesor Pagán, habían logrado tal impacto. Ello se debió a que las Cuevas del Pommier –que es su nombre original– se encontraban bajo serias amenazas por la minería de calizas, y la importancia que le otorgaba el libro llamaron poderosamente la atención hacia esa situación, aunque el profesor Pagán no reflejó en el libro lo peligroso de esa amenaza. Quizás ello de debió a una razón de delicadeza, puesto que el libro había sido financiado por una de las empresas: Productos de Calcio, C por A., que en esos momentos utilizaba precisamente la hondonada frente a las cuevas Nos. 1 y 4 para depositar sus materiales de desechos.

En ese mismo año de 1978, impulsado por el “boom” despertado por el libro sobre Borbón, Dato publicó “El Arte Rupestre en el Area del Caribe”, una relación bibliográfica sobre los distintos autores que habían trabajado el tema del arte rupestre aborigen en la zona del Caribe.

Dedicado más exclusivamente a la labor de recopilación de materiales sobre arqueología, rupestrología, paleontología y espeleología, Dato Pagán dedicó muchos menos tiempo a la visitación de cuevas, de lo que se ocupó la pequeña generación inmediata a su trabajo. Hasta el 1985 publicó varios trabajos en el Boletín del Museo del Hombre Dominicano, entre los que se destacan “Aspectos Zooarqueológicos y Geográficos y Geográficos en el Arte Rupestre de Santo Domingo” (1980); “Notas sobre las Pictografías y Petroglifos de Comedero Arriba y el Hoyo de Sanabe” junto a Manuel García Arévalo (1980); y otros trabajos de mucho interés no obstante separarse un tanto de la temática rupestre y espeleológica: “Apuntes para el Análisis de la Vulnerabilidad Intrínseca y Riesgo de los Ecosistemas Terrestres en la República Dominicana” (1983), “La Literatura Geográfica Dominicana: un Examen Crítico” (1983), y “Los Estudios Bioespeleológicos en la República Dominicana” (1984).

En 1985, el profesor Dato Pagán publica “Sir Robert Schomburgk: Notas críticas a su obra etnológica en Santo Domingo”, un análisis del trabajo de quien fuera cónsul británico en la República Dominicana entre 1849 y 1856.

El año de 1986 encuentra a Dato Pagán Perdomo enfrascado en un dilema “rupestrológico”. En 1984 había recibido de Helmuth Fuchs, rupestrólogo canadiense, la propuesta de organizar en la República Dominicana el Octavo Simposio de Arte Rupestre Americano para 1987, evento que se estuvo celebrando desde 1966 en diferentes países de América no periódicamente. Pensando que del 84 al 87 lo más probable era que la idea se diluyera, Dato acepta gustosamente.

Pero luego recibe una carta del rupestrólogo peruano Eloy Linares Málaga, quien también le anima a encargarse de la organización de dicho simposio. Ambos, Fuchs y Linares Málaga, se encuentran en 1985 con Dato Pagán en Bogotá, Colombia, durante la celebración del Séptimo Simposio de Arte Rupestre Americano, y lo incluyen en la mesa directiva en esa ocasión. Y en 1986, durante la celebración del Primer Simposio Mundial de Arte Rupestre en Cuba, Eloy Linares Málaga convence a Dato y a la representación dominicana (Fernando Morbán Laucer, Elpidio Ortega, Pragmacio Marichal y otros) de organizar el Octavo Simposio de Arte Rupestre Americano en Santo Domingo.

Ya durante la inauguración del Octavo Simposio en la República Dominicana Dato habría de recordar jocosamente la insistencia de Helmuth Fuchs y Eloy Linares al decir que “todo me indicaba que se habían puesto de acuerdo para lanzarme a un precipicio”.

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