¿Te imaginas estar en misa y que el sacerdote al romper la hostia consagrada salga sangre? Bueno, este hecho si ocurrió en el 1264 en Italia, consolidando así la fiesta del Corpus Christi.
La cual celebra que Jesucristo se quedó con cada uno de nosotros en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía.
El Corpus Christi tuvo sus orígenes en la Última Cena cuando el hijo de Dios convirtió el pan en la representación de su cuerpo y el vino, que representaba su sangre, invitando a sus discípulos a que comieran y bebieran de él la noche del Jueves Santo.
También, durante muchos años se ha vinculado la celebración de Corpus Christi con la leyenda de que un buey habló a su amo por no respetar este día de recogimiento.
Cuenta la historia que un campesino haciendo caso omiso a esta festividad cristiana salió a arar la tierra con su buey y que éste le habló, reprochándole que ni siquiera ese día lo dejaba descansar.
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Este hecho está relacionado con la historia que se encuentra en el Libro de Números, en el Antiguo Testamento, según los versículos del 22 al 40.
Las celebraciones del Corpus Christi suelen incluir una procesión en la que el mismo Cuerpo de Cristo se exhibe en una custodia.
Se recuerda que antes de recibir la Eucaristía se debe practicar el ayuno, absteniéndose de ingerir cualquier alimento o bebida por lo menos una hora antes de la Sagrada Comunión, exceptuando agua y medicinas.
Las personas enfermas quedan exentas de dicho ayuno.