Si hay algo emblemático en la carrera de David Ortiz y en todos sus enfrentamientos contra los Yanquis de Nueva York, además de la coronación del Big Papi como una leyenda, fue su producción en el clutch.
Pero más que nada, esa sobresaliente actuación contra los Mulos del Bronx en la Serie de Campeonato del 2004.
Tras haber caído debajo 0-3 en la misma, todo el mundo -incluyendo al propio Ortiz- pensaba que ya no había nada qué buscar, excepto, quizás, evitar una barrida que estaba para ser completada en el Fenway Park.
No obstante, el destino tenía algo guardado para el Big Papi.
“Oigan, no importa lo que les digan ahora. Cuando uno está abajo 0-3 en una serie al mejor de siete contra los Yanquis, nadie piensa que va volver de atrás para ganar. Eso es ficción. Sería un mentiroso si les digo que pensaba que podíamos ganar la serie. Quería jugar el juego bien y no ser barrido. Nos acababan de patear el trasero y eran un equipo increíble. Tenían mucha confianza en ellos mismos y yo no veía una razón para que ellos colapsaran y que nosotros nos recuperáramos”, relata Ortiz en su libro “Big Papi: My Story”.
Pero poco a poco lo fueron haciendo, y Ortiz fue el protagonista.
Con un promedio de .387, además de tres jonrones y 11 empujadas en dicha Serie de Campeonato, Ortiz y los Medias Rojas hicieron lo imposible, lo que nadie esperaba y por primera vez en la historia, superaron una desventaja 0-3 en una serie al mejor de siete partidos.
Después de una agonizante temporada del 2003 en la que fueron eliminados por los mismos Yanquis, esta victoria supo lo más dulce posible.
“Vencimos a los Yanquis y nos quedamos con el banderín. Aun faltaba por jugar la Serie Mundial (contra San Luis), pero el 20 de octubre del 2004 ya nosotros sentíamos que la habíamos ganado”, recordó.
Todo cambió para el equipo que muchos apodaron como “Los Idiotas” y al llegar a la Serie Mundial para enfrentar a los Cardenales, el ímpetu de este equipo ya era demasiado y el resultado fue lo esperado por un siglo: la corona de campeones.