De agendas y pérdida de autoridad moral para gobernar

De agendas y pérdida de autoridad moral para gobernar

Dos agendas, gobernantes y gobernados, penden sobre nuestra nación. Una caracterizase por alucinaciones de autoridades que creen le basta concebir una idea, acompañada de propaganda, para creerla o hacerla creer como realizada. Otra determinada por realidades y expectativas de gobernados. Ambas agendas caminan en paralelo. Esta asintonía provoca lo que George Friedman en su libro “Pronóstico para el Siglo XXI” califica como pérdida de autoridad moral requerida para gobernar.
La agenda del gobierno prioriza una economía de cuyo crecimiento se regodea a pesar de sustentarse en endeudamiento, sus magros resultados sociales, caída de exportaciones, estancamiento del empleo y concentración de riquezas. Visitas sorpresas que benefician a sorprendidos pero perjudican al resto por el poco impacto en producción global y aumento tasa de interés causada por mayores déficits por préstamos a bajos intereses. Por “revolución educativa” descalificada internacionalmente, graduaciones de analfabetos y maestros dando mal ejemplo por revelarse judicialmente. Por “reforma” en salud con edificaciones relumbrosas que no se utilizan por falta de equipos, medicamentos e instrumental. Negligencias en prevención sanitaria: manejo de desperdicios y descontrol calidad alimenticia. Por inversiones en infraestructura de transporte que no reducen taponamientos. Por “cambiar la matriz energética” para energía barata con plantas que no sabe si terminará y si podrán vender a precios bajos.
La agenda que gobernados reclaman es otra. Combatir corrupción y finalizar impunidad que desmorona los retazos de nación civilizada. Claman contra la delincuencia estimulada por esa impunidad abonada por tráfico de ilegalidades -drogas, dinero, armas y personas- y por economía especulativa divorciada de la satisfacción de necesidades de producción y empleo. Solicitan austeridad efectiva, no declaratoria, que reduzca gastos para provocar menos déficit y disminuir endeudamiento para disciplinar instituciones, ONG, empresas y vida personal. Aspira superar pobreza en servicios de salud con la abundancia de la riqueza de la seguridad social que cotizamos. Por más orden en nuestros campos y ciudades y mejor protección de nuestro medio ambiente.
Dos agendas divorciadas que nunca se unirán por falta de sensibilidad y receptividad de un gobierno aferrado alucinadamente a su propia agenda, convencido que es tan efectiva como la imagina en términos de beneficios ciudadanos. Que no reacciona e incluso ha perdido su capacidad de reaccionar.
El libro arriba citado, sostiene que las naciones, para hacerse fuerte necesitan territorio con recursos naturales, población, ubicación geográfica y autoridad moral de sus gobernantes. Demuestra que naciones con vocación de ser potencias no la alcanzan o la pierden al faltarle autoridad moral.
Y esa autoridad moral para gobernar suele perderse cuando la agenda de los gobernantes está divorciada de la agenda ciudadana.

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