De alianzas políticas, tácticas y estrategias

De alianzas políticas, tácticas y estrategias

El pueblo está metido en pelota. Al inicio de la temporada “invernal” organizada por la LIDOM sus seis equipos que abarcan la geografía nacional: Licey, Escogido, Águilas Cibaeñas, Estrellas Orientales, Gigantes de San Francisco y Toros del Este, se suma la disputa del campeonato de béisbol de Grandes Ligas entre los equipos representantes de la Liga Nacional y la Liga Americana que resulten ganadores de los play of de eliminatorias.

Pero la política no se detiene, prosigue su agitado curso y la pasada semana, el partido Alianza País, con una solida conjunción de partidos de izquierda democrática, lanzó la candidatura presidencial del Dr. Guillermo Moreno. El PLD y el PRD, unidos por las corbatas, ratificaron al senador de la provincia de Azua, Rafael Calderón, Luis Abinader arremete contra Danilo, su principal opositor y Minou no se queda atrás.

Sin hacer historia, hagamos un recuento panorámico de la política y los partidos políticos que refresque la memoria. En los diferentes regímenes de gobierno que pautan la historia nacional ha prevalecido el caudillismo político y, a partir de la muerte del Dictador, Trujillo, sin abandonarlo del todo, ha devenido un audaz pragmatismo que asume como corriente política filosófica que “el fin justifica los medios” no importa si son espurios, para conquistar el poder y retenerlo, a cualquier precio, “haciendo lo que se tenga que hacer”, desplazando lo moral y lo ético por lo útil, necesario y conveniente a intereses particulares.

Dada su naturaleza y razón de ser, la misión de todo partido político como instrumento legítimo de lucha al servicio del pueblo y de la democrática, debe concentrarse en cumplir sus promesas electorales y programa de gobierno que presupone el fin último del Estado, sustentado hermosamente en la Constitución, y sustentado en tratados internacionales y en principios universales que proclaman ideal del bien común, la convivencia, el desarrollo de los pueblos y la preservación de los derechos humanos.
Sin embargo, forzoso es admitir que en la praxis criolla los políticos relegan esos nobles objetivos y principios cuantas veces que se contraponen a sus intereses partidarios, siendo causa del descrédito y frustración de las expectativas de crecimiento, bienestar y justicia social.

Con el fenómeno de la globalización, el neoliberalismo y el nuevo orden económico mundial, el papel regulador que debería asumir el gobierno como instrumento político del Estado, se ha disminuido siendo desplazado por poderosos intereses económicos transnacionales y corporativos que mitifican el libre mercado de un capitalismo que valoriza más el tener que el ser aupando un clima social peligroso que promueve la violencia, la inseguridad, el desorden.

Acomodar la praxis de conveniencia política del gobierno a un pragmatismo utilitarista, desligado de lo moral y lo ético, es impensable que se pueda gobernar y gobernar bien. “Ningún juicio normativo, moral o político es una razón justificadora última de acciones o decisiones, si es aceptado o basado por razones de autoridad o en atención a las consecuencias que se seguirían de su no aceptación.” (Kant)

Este pensamiento luminoso debería tenerse en cuenta al hablar de alianzas tácticas y estrategias para llegar al poder o querer eternizarse.

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