Durante una reciente estadía en Brasil, me cansé de buscar en el dial algún artista dominicano, pero todo fue en vano. La samba y el bossa-nova y las fusiones con rock y pop, ocupan la mayoría de las programaciones radiales de la ciudad de Río de janeiro. Los cariocas le dan poca o ninguna difusión a la música foránea. Y es que los brasileños tienen suficiente con la alegría y energía que transmiten estos ritmos. Imagínese, el   bossa-nova tuvo sus orígenes en dos barrios de Río de Janeiro  ubicados en las proximidades de las playas de Ipanema y Copacabana,  a finales de la década de los años cincuenta cincuenta, como una forma de fiesta  de estudiantes y músicos de clase media.  Bossa-nova se traduce como “ritmo nuevo o camino nuevo”.

 En tanto la samba se desarrolló como una forma distintiva de música en los inicios del siglo XX en Río de Janeiro (entonces capital del Brasil), bajo la fuerte influencia de los inmigrantes africanos.