Tantos espacios que hacen falta en nuestro país para la presentación de obras, espectáculos y conciertos fuera del Teatro Nacional, el hotel Jaragua y las instalaciones de la secretaría de Deportes. Sin embargo, el Teatro Agua & Luz, que debiera ser un monumento del espectáculo, fue arrendado por el Estado a finales del gobierno de Hipólito Mejía, con la finalidad de remodelar sus instalaciones, pero cinco años después aquel elefante blanco sigue muriendo, sin agua y mucho menos luz.
El contrato de arrendamiento es por 30 años a una empresa denominada Dawn Properties Limited, la que sólo paga al Estado la mísera suma de US$2,000 mensual. Lo peor es que el Teatro Agua & Luz tiende a desaparecer, ante la libertad de que la compañía puede construirse allí una plaza comercial, hotel, casino o lo que le venga en ganas. Sólo queda decir adiós a ese patrimonio.