De ayer, hoy y mañana

De ayer, hoy y mañana

Hace 12 años los dominicanos comenzamos a enterarnos de que en adición a un indeciso Acuerdo General de Aranceles y Tarifas (GATT) el gobierno de turno nos estaba embarcando en otro esta vez llamado CAFTA y que de arrimarnos sin ningún rubor se le antepondrían las iniciales de nuestro país. Así dio a luz el hoy mentado DR-CAFTA. ¡En inglés por supuesto!
Tuve la oportunidad de participar en el “bateo y corrido” de aquel tiempo en sesiones que se efectuaron en Santo Domingo, Puerto Rico y finalmente en Washington D.C. Sobre la marcha, y sin excepción, todos comenzamos el aprendizaje que suponía el maltratado acuerdo.
Nuestros principales negociadores, por decirlo así, la Ministro de Comercio, joven bibliotecaria vástago de gente honorable, hija de ex Presidente. Por otro lado, en la cúpula agro gremial, su arzobispo mayor exudaba tanto vigor como su mandamás, quien lo empujaba con sus prisas y mal genio.
Aquí un embajador imperial, disoluto y arrogante se ahogaba en impacientes resabios. Se hizo patente la famosa expresión de ¡Cuánto joder por un arrocito y unos puerquitos! Frase lapidaria duramente repetida al jadeante “líder” en su última noche de reuniones en Washington (marzo 5, 2003).
Para comprender nuestra desacertada y extemporánea “negociación” fui testigo de excepción y confidencias de algunos hechos ocurridos en el D.C. Lo primero; para darle más carácter a las prisas y compromisos de variada índole, la hija del Presidente fue colocada en la casa del Embajador Guilliani. En primera persona y bajo mandato inmediato del poder.
Tampoco olvido la angustiada cara de O. B. la mañana ultima de los eventos referidos, el arrugón presidencial de la noche anterior le dejó muy compungido. Recibió sus órdenes y como veterano soldado las cumplió. Imagino todavía una que otra noche habrá soñado con esa inolvidable conversación.
También de primera mano conozco el sobresalto del Embajador Guilliani, a quien su distinguida huésped sacó de la cama en bata y pijama para ordenarle: la mayor cooperación con los compromisos políticos amarrados al acuerdo.
Luego, acá en Santo Domingo una variopinta muestra de productores, agroindustriales, iniciaron reuniones para enterarse sobre lo dispuesto. Se ultimaban los acotejos para legalizar el Tratado. Finalmente, en pocos minutos, con solo con dos tristes ciudadanos de testigos, el Senado de la República hizo ley y conformó historia, sin leer ni comprender.
En su momento gente como Polín Germosén, María Mora, Oliverio Espaillat, Frank Tejada, Luis Viyella y otros muchos hicieron causa común con aquel Comité de (post) Emergencia. Hicimos prensa, tocamos puertas, logramos simpatías. Solamente.
Nos desgañitamos antes legisladores y hemiciclos. Nada de nada. El DR-CAFTA se hizo realidad.
A doce años de distancia. Del dicho al hecho, se acortó el trecho. Esa gente que acabamos de mencionar está viva y con buena memoria para recordar esfuerzos y preocupaciones que, hoy marcan el ritmo implacable de un Tratado Comercial y político que habrá de transformar sus vidas, Ya.
Un antes y un después; ese mérito de ser todavía un país orgulloso de producir sobre dos terceras partes de lo que come. Podríamos pasar a ser una nación importadora por excelencia, más atada a su sistema de cambio, al transporte marítimo, al refrigeracionismo, al urbanismo, a campos desolados, tradiciones muertas, familias disgregadas. Ahí está Puerto Rico solo y triste. ¿Será ese nuestro espejo?
34 mil arroceros deambulando con las manos en sus cabezas y sin relevo generacional. Molineros quebrados o convertidos a importadores almacenistas. Obra de manos vacías. Granjeros furiosos por su mala suerte y peor situación, buscando qué hacer. Lecheros hartos de ruralidad y de sus políticos.
Y lo peor; dentro de ocho-diez años, ante la desolación de nuestros campos nuevas figuras entrarán a la arena pública. Les será fácil sacudir sus manos y decir: ¡Ah, yo no sé nada! ¡Yo no estaba ahí!.

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