De Blusas, Bolsa y Transparencia

De Blusas, Bolsa y Transparencia

POR FEDERICO A. MARTÍNEZ
Están de moda entre las mujeres las blusas de material elástico. Las mismas acentúan las curvas de la mulata criolla, probablemente el mayor aporte de los europeos a la estética caribeña. Sin embargo, algunas de las más dotadas de carnes, asemejan al logo de las llantas Michelín, pero aún así se las ponen. Y es que la estética, como la ética y la moral son manifestaciones de la cultura de los pueblos dictados desde las clases gobernantes, que con frecuencia se asumen sin razonarlas mucho.

Esta adopción de las modas hace resonancia en todas nuestras esferas, y no se queda afuera la empresarial. La última moda es la “Gobernabilidad Corporativa”; cuerpo de creencias y normas que sustenta la conducta asumida por la empresa para asegurar que sus relaciones con su entorno responden a una justa y productiva relación.

La génesis de este movimiento parte de la crisis creada por la quiebra fraudulenta de Enron, Worldcom y otras grandes corporaciones de los Estados Unidos. El 23 de enero del 2002 el Congreso de los EEUU publicó un “Acta para proteger los inversionistas mejorando la exactitud y confiabilidad de los informes corporativos hechos conforme a las leyes de valores y otros propósitos” mejor conocida como el “Acta Sarbanes-Oxley”.

El mercado de valores en la RD es muy reciente; y el volumen de sus operaciones todavía muy magro. A junio del 2006, boletín más reciente que publica la Superintendencia de Valores, se había negociado 284 millones de pesos y 1,3 millones de dólares; el mercado secundario había transado 40 millones de pesos.  Todos estos valores juntos son menos del 0.2% de la Cartera de Crédito del sistema financiero a la misma fecha. Sin embargo, los intereses pagados por los que colocaron documentos en la Bolsa son menores que lo que hubiesen pagado por préstamos en la banca y los rendimientos obtenidos por los que adquirieron los mismos son superiores a los que hubiesen conseguido en depósitos a plazos similares. Siendo esto así, sorprende que no existan más emisores de valores y más adquirientes.  La respuesta yace en el problema de la transparencia y ese es el vaso comunicante con el Acta Sarbanes-Oxley.

No existe forma de participar en una bolsa de valores con dos estados financieros, uno para la bolsa y otro para la renta. El prerrequisito de la emisión de un instrumento financiero negociable es que el emisor tenga una calificación de riesgo emitida por una empresa calificadora y esta a su vez, exige que la contabilidad sea transparente y auditada, y adicionalmente evalúa la calidad de los planes y la dirección. El atractivo de conseguir financiamiento más barato en la bolsa se pierde cuando se le aplica la evasión fiscal; vamos a tratar de desarrollar un ejemplo:

Supongamos que usted tiene una empresa que le deja $10 millones de pesos de beneficios antes de impuestos y requiere un préstamo para capital de trabajo por $10 millones de pesos. Su banco le presta los $10 millones al 20% de interés.  Leyendo este artículo usted entiende que si coloca papeles comerciales o bonos en la bolsa puede levantar los $10 millones de financiamiento, bajar los intereses a pagar a la mitad y aumentar sus beneficios antes de impuestos en un millón. Después de aplicarle el 30% de impuestos sobre beneficios, usted se ganaría $700 mil pesos más. La decisión no tiene dudas, vamos a emitir valores para la bolsa; excepto si usted evade impuestos.

No voy a aburrirle con el cálculo, pero si usted le declara a Juan Hernández menos del 75% de sus ganancias, deja más beneficios seguir pagándole al banco el 20% que buscar financiamiento en la bolsa a la mitad de los intereses. Y mientras más alta la evasión, menos rentable es incursionar en la bolsa de valores.

Transparentarse por razones de negocios no parece tener sentido ni en RD ni en ninguna parte del mundo, de manera que habría que preguntarse porqué vale la pena la transparencia.

La primera y más importante razón es para no cometer lo que los franceses han tipificado como “Abuso de Bien Social”.  La empresa privada aparece y florece en la nación, acuerdo tácito de los ciudadanos para desarrollar una sociedad donde existan oportunidades iguales para todos de acuerdo a su capacidad y diligencia. Como estos atributos están desigualmente distribuidos, parte del pacto social es que los que más tienen aportan más para crear los elementos de civilización que distinguen una sociedad moderna.  La carretera que lleva al obrero a su trabajo también transporta los productos del empresario al mercado, y entre los dos eligen un administrador, el gobierno, para que la construya y la mantenga con los impuestos que ambos pagan.

Cuando el empresario evade impuestos le está cargando al obrero más que su justa parte del costo de la carretera, esto constituye un abuso de bien social y justifica criminalizar la evasión. El problema se complica y multiplica cuando aquel que ha sido elegido para administrar los impuestos no lo hace bien.

¿Porqué debe transparentarse una empresa y pagar todos sus impuestos si ese pago va a sustentar un estado inepto y corrupto? El empresario dominicano paga impuestos pero tiene que contratar un seguro médico privado porque el servicio público de salud no funciona, debe pagar por entrenamiento adicional porque las escuelas no proveen la educación básica, tiene que pagar una guagua para el personal porque el servicio público de transporte no funciona, debe mantener una planta prendida por horas porque el servicio de energía no sirve y además pagar de vez en cuando a funcionarios que se especializan en buscar donde no hay para que le den un soborno.

El empleado por su lado está atrapado en un sistema de retenciones donde no tiene forma de escaparse de pagar impuestos.  Como no se le puede quitar más de su salario se le disfrazan las cargas adicionales en forma de impuestos indirectos que merman su capacidad de consumo y ahorro, sumiéndolo cada vez más en la miseria.

Esta situación se transforma en un equilibrio precario en el que el estado presiona por más impuestos para mantener a una clase política parasitaria, el empresariado se mueve a la ilegalidad evadiendo el pago de impuestos para poder mantener una rentabilidad atractiva y parte de el se alía a los políticos de turno para enriquecerse de forma vil. Al pueblo simple le queda una sola forma de ventilar su frustración; votar cada cuatro años por el próximo vendedor de sueños.  Como una blusa elástica demasiado llena de carnes, esto es una situación de equilibrio precario, pero no es una posición que permitirá al país moverse hacia etapas superiores de desarrollo.

El PLD nació a consecuencia del rechazo del PRD en el 1973 de la estrategia de Juan Bosh de “hacer que el gobierno vuelva su propia legalidad” a favor de la posición de Pena Gómez de “tierra arrasada contra el reeleccionismo”.

La inspiración ética de esa frase de Bosh está en su confianza en el pueblo dominicano, la confianza en el destino superior que la democracia puede brindarnos y la confianza en la templanza de líderes capaces de exigir con su ejemplo el cumplimiento de la ley; nunca más vigente que hoy. Con la misma cíclica de un poema de Borges, también esta vigente la frase de Peña Gómez.

La justicia social y el nuevo orden mundial de apertura que obligan a una mayor competitividad no nos permite darnos el lujo de vivir en un ambiente de ilegalidad y opacidad. Tenemos que convertirnos de ciudadanos a contribuyentes, y como tal exigir que los tributos que pagamos sean administrados con capacidad, honestidad y estricto apego a la ley, si no, ganará fuerza la opción de Peña Gómez.

LOS QUE QUEREMOS LA DECENCIA SOMOS MÁS
El autor es consultor de negocios.
Email: federico@promarketdr.com,
www.tomandoencuenta.blogspot.com

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