De bono en bono

De bono en bono

El pasado 13 del corriente mes se introdujo al Congreso Nacional, un proyecto de ley destinado a autorizar al Poder Ejecutivo a emitir bonos del Estado.

El Gobierno Dominicano espera colocar mil millones de dólares en el mercado financiero. Ese valor constituye el total de la emisión de los papeles comerciales garantizados por el Estado Dominicano. El Presidente de la República, Dr. Leonel Fernández, presenta cuatro argumentos fundamentales para obtener el apoyo de los legisladores.

Nos abate a los dominicanos también, la crisis económica mundial. Previsiones de ingresos fiscales extraordinarios provenientes de organismos multilaterales, no se convertirán en apropiaciones presupuestarias para el 2009.

Tampoco pueden estimarse como tales los recursos derivables de la comercialización de los combustibles, debido a la disminución de los precios mundiales del petróleo. Las obligaciones corrientes del gobierno y el servicio de la deuda generarán un previsible déficit fiscal. Con todas sus consecuencias.

Debido a la composición y formas de manejo del Congreso, estos argumentos pudieron ser obviados. Bien pudo enviarse el proyecto de ley con una simple notita que dijese “apruébenme esto”. Las formalidades, sin embargo, determinan las explicaciones. Explicaciones que variarían de validez si el Gobierno Dominicano sostuviera una política racional de gasto público. Vale señalar, empero, que las administraciones públicas se distinguen en los años recientes por el gasto disoluto.

La crisis mundial –magnífico recurso lingüístico- afecta sobre todo los términos del intercambio comercial y los mercados financieros. Acusan daños graves sobre economías nacionales operaciones financieras descontroladas cuando no irresponsables, que no hicieron sino repetir a gran escala lo ocurrido aquí con Baninter, Bancrédito y Mercantil.

En realidad, de haber controlado y dado calidad al gasto público y priorizado el gasto de capital sobre el gasto corriente, estos bonos serían innecesarios.

Ahora bien, al negarse a atender reclamos de la clase médica se argumentó que el servicio de la deuda pública absorbía gran parte del gasto público. Entre las obligaciones de esa deuda –interna y externa- y los costos de la administración, se consumen cuatro quintos de los ingresos totales del gobierno central. ¿Por qué elevar los montos de la deuda pública para reducir aún más la capacidad fiscal de impulsar crecimiento? ¿Por qué no estrenar políticas de disciplina fiscal? Atados a ella no sería necesario recurrir a préstamos para responder a gastos e inversiones que deben cubrirse con los ingresos corrientes, principalmente.

Por el camino que se recorre, sólo muy tardíamente podrá superarse “la crisis económica mundial” entre los dominicanos. Y escondida la clase política tras “la crisis mundial” la veremos, de bono en bono, empeñando a la Nación.

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