De Buck Canel a Rafael Rubí

<P>De Buck Canel a Rafael Rubí</P>

Dos narradores de béisbol fueron glorias deportivas indiscutibles. A uno lo escuchábamos   generalmente en transmisiones desde Estados Unidos y al otro, primero desde Cuba y luego como narrador estrella en nuestro país. Ambos fueron estelares. Buck Canel fue estelarísimo representante de la Cabalgata Deportiva de los productos Guillete, en consecutivas y largas realizaciones desde varias ciudades norteamericanas. Transmitió a generaciones que escuchábamos, años atrás, la pelota de la más alta calidad en el mundo. Conocedores de ese deporte rey para los dominicanos, contaban con el favor de miles de oyentes a través de las ondas de radio. Profesionalidad, conocimientos, servicios, entusiasmo y respetuoso trato durante sus transmisiones con todo aquello que sucedía en cada encuentro y que deseaban saber los radioescuchas.  Fernandito y yo nos iniciamos en la distracción como oyentes de ese deporte en emisiones desde Estados Unidos en el año 1940. Mi hermano estaba en sus diez años; yo lo seguía con nueve. Si mal no recuerdo, fue un campeonato que enfrentó a los Tigres del Detroit (Liga Americana) con los Rojos del Cincinnati (Liga Nacional).

Escuchamos todos los juegos de la serie final de siete partidos a través de un radio RCA Víctor que nuestro padre colocó en su taller de mecánica de la avenida España, de Santa Bárbara, que sospecho que lo hizo, no sólo para deleite de nosotros, sus dos primeros hijos, sino de los tres: hijos y padre, que siempre anduvimos apegados a él.

La expresión–leyenda de Buck Canel fue: “No se vayan que esto se pone bueno”, que repetía hacia la parte interesante de un partido, sobre todo entre octavo y noveno “innings”.

Rafael Rubí fue un auténtico picotero, simpático; para todo tenía una ocurrencia, un mote o una salida jocosa, que tanto disfrutábamos.

Llegó al país para los años cincuenta. Aquí van unas de sus tantas salidas:

– “Línea enana”, para esos batazos estilo el formidable Ricardo Carty, que reactivó con el madero la frase tan pintoresca;

– “Poco pelo Mármol” era un “infielder” refuerzo de las Estrellas Orientales, completamente calvo (dentro del juego y fuera de él), cabeza muy llamativa cuando se deslizaba en robo de la segunda base o para evitar una doble jugada o una jugada forzada, de espaldas al “grand stand”.

– “El carro de la carne” era Harry Chiti, receptor del Escogido, por grande, fuerte y de peso aventajado.

– Esta expresión de Rubí: “Sonó la galleta”, cuando se iniciaba un reperpero entre fanáticos por diferencias de simpatías o algún mal entendido en apuestas. Sucedía muy a menudo por los “bleachers” de tercera base.

– Hubo un inicialista refuerzo del Licey, pero eso no me permito afirmarlo rotundamente, a quien se le puso el apodo de “Popeye”, personaje principal de una tira cómica, con unos bíceps enormes, y de gran musculatura en general.  Su nombre: Steve Garvey; primero fue de los Dodgers. No recuerdo con cuál equipo culminó su carrera en LMB. Recientemente, en la “Revista 110”, Julito Hazim hablaba de problemas políticos y/o económicos, y culminó un párrafo con la expresión: “No se vayan que esto se pone bueno”.

Y atribuyó la frase a Rafael Rubí. Su colega y amigo Machi Constant intervino para decirle a Julito que esa frase era de Buck Canel, argentino. El director y propietario de Revistas 110, reafirmó su atribución al cubano Rubí. Constant, con su forma de baja voz y con menos “contendencia” (actualmente), lo dejó así. Finalmente, para que “Constant”, perdón, para que “conste” en el expediente: “No se vayan que esto se pone bueno” es creación o empleo del argentino Buck Canel. Nada de Rafael Rubí. Que ya se dijo bastante.

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