De burros y tropezones

De burros y tropezones

Hay gente que no aprende y dentro de esos, hay grupos que actúan contrario a los burros, que no chocan dos veces con la misma piedra. Asombra ver cómo actúan algunos políticos que olvidan e intentan desconocer que el Señor pudrió el maná cuando algunos desaprensivos decidieron acapararlo, pese a que el alimento llegaba a tiempo, sin mancar, fresco, todos los días.
Esa fue una de las primeras lecciones claras, importantes, definitivas: ganarás el pan con el sudor de tu frente. Pero no sólo el pan se logra con sudor, con lucha, con inteligencia, con audacia, con trabajo, no, el principio dice que debes trabajar, luchar y esforzarte por lo que deseas lograr, que los logros son fruto de conquistas y que las conquistas se obtienen con perseverancia, con claridad de miras y propósitos definidos, con sacrificios.
En la vida todo hay que ganarlo. Nada bueno se consigue sin ningún esfuerzo. Las luchas por el progreso tienen que ir acompañadas, para tener éxito, de acciones contundentes, claras, precisas, que no dejen lugar a dudas.
Así como el cuento es el relato de un solo hecho, comparado con la flecha que rompe el aire mientras se dirige al objetivo, asimismo hay que actuar en política cuando se persigue obtener alguna conquista para la nación, para el grupo, para el partido, para el sindicato.
Permitir la repetición de experiencias fallidas, de esfuerzos desperdiciados, de actuar en escenarios conocidos por sus trampas, sus quisondas, sus engaños, es algo que todos conocemos: aquel juego de niños que colocaba los dedos índice y mayor de ambas manos, superpuesto, formando un hueco mientras nos decían: mete el dedo ahí, que la cotorrita no está, introducido el dedo nos picaba la uña de quien nos había tomado por tontos.
Algo así ocurre en el tira y afloja de la vida, donde el que no tiene nada que perder debe buscar el modo de sobrevivir decentemente, con decoro, con trabajo honesto, con la frente en alto.
Pero he ahí que hay quienes se dedican de manera sistemática y malsana, a jugar con la inocencia de los demás, a jugar con el hambre ajena, a jugar con el presente y el futuro de los demás.
Me refiero a los mil y un diálogos fallidos entre patronos y empleados, entre profesionales y el gobierno, entre políticos que se auto engañan en conversaciones que se sabe son conducidas con malicia, con ánimos de que no desemboque en soluciones armoniosas.
Basta de hablar sandeces, basta de participar en diálogos estériles, los Tribunales Superiores, la Junta Central Electoral y los mecanismos de control y monitoreo del Presupuesto no serán modificados, como se debe, sin que haya una verdadera presión en las calles, en las escuelas, en las universidades…

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