De cara a las elecciones

De cara a las elecciones

Los partidos que contienden con miras a las próximas elecciones presentan toda la gama de inclinaciones humanas. En las ofertas electorales hay nombres de personas por quienes se puede votar. También hay nombres de aspirantes por los cuales no se debe votar. De todo hay en la viña del Señor. Y en especie de síntesis, ese todo se ofrece a los electores en la variopinta relación de candidatos.

A los electores ha llamado la atención el desmesurado interés por alcanzar las funciones electivas en juego. ¡Cuántos patricios empeñados en servir a la Nación! Tan empeñosas aspiraciones redundaron en recursos contenciosos ante la Junta Central Electoral (JCE). Tal inspirador patriotismo causó verdadera consternación a sectores de una opinión pública que se preguntan si es que los cargos están untados de miel.

Con los tres cuartos de millón de nuevos electores registrados en el padrón, sin embargo, no se registrará un alto desencanto. Es normal que los nuevos votantes asistan a comicios, deseosos de averiguar qué logra la República con este ejercicio. Será más tarde, si la función pública electiva o de designación, continúa ejerciéndose tal cual se cumple por estos días, cuando harán mutis. Y tal vez, si antes no se incorporan en forma directa al batallón de la politiquería, cuando incrementarán el grupo de los escépticos.

Las elecciones destinadas a escoger a integrantes del Poder Legislativo y a miembros de gobiernos locales, confrontan, en todas partes, abstención. Las organizadas para la elección de Presidente de la República también registran abstención. El desinterés es más notorio, debe admitirse esta verdad, en los comicios de medio tiempo para elegir congresistas y funcionarios ejecutivos y normativos de los Cabildos. Tal vez debido a ello, y para que el país se libre del ajetreo de la política, se unificarán las elecciones. Este detalle destapó por igual, el ansia de aparecer en las listas presentadas en esta ocasión a los ciudadanos. Porque fruto de la unificación, los elegidos ejercerán durante seis años ininterrumpidos.

Frente al desinterés no valen los llamados partidistas. Ni la propaganda, ni la publicidad, ni la promoción personal, incitan a los electores renuentes. Acuden presurosos, esos como quiera, los votantes comprometidos, lista que ha venido ampliándose en años recientes. Gracias al mayor número de estos comprometidos, que son los dependientes de puestos públicos, canonjías y prebendas, hay que buscar financiamiento para construir letrinas. Por ello la abstención.

En camino al 16 de mayo, con todo, conviene a los electores revisar atentamente la oferta comicial. Y marcar a aquellos candidatos de quienes contamos historias confiables. Y no marcar, en cambio, a aquellos de quienes contamos sórdidas vivencias.     

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