De cara a una política criminal de base criminológica

De cara a una política criminal de base criminológica

Mayra Guzmán De Los Santos.

Vivimos de promesas en promesas de que se va a combatir la criminalidad, porque es la parte en la que a lo unísono estamos todos de acuerdo en su prioridad. Es lo que queremos y necesitamos lograr para ser libres en nuestro “hábitat”. Lo triste es que la criminalidad no se detiene por hablar y darnos palabras de esperanzas.

No hay varita mágica, pero si el poder usar de las herramientas científicas que nos aporta la criminología, y a partir de ahí, desarrollar una política criminal efectiva, no generalizada, sino particular para cada sector o tipo penal, en una primera etapa, y en una segunda, ya dentro del proceso penal, contar con el informe criminológico para cada procesado, para los casos cuya infracción conlleve penas privativas de libertad. Por ejemplo, los casos de homicidio contra mujeres, habrá que investigar si son en razón de su género, por el hecho de ser mujer, o porque hay una conducta machista, que pudiera ser cultural, de no tolerar que la mujer se asuma como propia de ella, o que logre superarse dejando atrás la dependencia o sumisión.

Pero no deberíamos caer suposiciones, o apreciaciones personales o infundadas, sino contar con un trabajo de campo que marque la ruta, para una mayor comprensión de la problemática social. Se necesitan las encuestas, las estadísticas sistemáticas, para diagnosticar, validar, y luego ir midiendo los resultados en cada proyecto, siguiendo las recomendaciones del criminólogo.

Habrá que investigar en cuáles estratos sociales las cifras son más altas que en otras, las edades entre víctimas y victimarios, nivel educativo. Analizar, si hay un aumento de casos, desde cuando históricamente se vio la anormalidad en las estadísticas. Son muchas otras variables para considerar, lo que nos da la razón de que la solución no es difícil, pero si compleja. Eso si, se deberá ponerle empeño y seguimiento constante, como un paciente en unidad de cuidados intensivos.

¿A dónde iríamos?
Vamos a levantar un diagnóstico que nos permita encontrar elementos comunes y en base a esos datos, diseñar la política de prevención. Una vez en marcha el proyecto que hemos armado, darle seguimiento para medir sus avances o estancamiento e ir haciendo ajustes. Lo mismo se haría si se tratare de delincuencia juvenil, o cualquier otro azote social.

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El diseño de la política criminal en nuestro país queda a cargo de la Procuraduría General de la República, pero cada Procurador trae su “librito”. En nuestra realidad, observo una política criminal dispersa, si es que la hay, cuyo regulador solo se ve representado en la acusación a través del ministerio público, dejando de lado la parte de la prevención, excepto lo que viene por medio de la represión, ignorando una política criminal con bases científicas como la que
nos aporta la criminología, con un quehacer distinto del derecho penal, pues no se hace criminología partiendo de sus mismas bases.

En adición a lo anterior, cada caso penal que tenga penas privativas de libertad, extensible a cada etapa del proceso, deberá contar con un informe criminológico, que podrá ayudar en sentido amplio, y en caso de que lo que corresponda finalmente sea sentencia condenatoria, ayudará a su tratamiento penitenciario, pues la justicia no se administra en serie, si no que como ya sabemos “las penas son personales”. Cada infractor es único y así debe ser tratado.

El informe criminológico

La criminología es una ciencia interdisciplinaria que se ocupa del crimen, del delincuente, de la víctima y del control social del comportamiento desviado, que procura explicar el por qué un sujeto infringió una norma penal, y en este sentido se hace indispensable para la compresión y humanización de la justicia penal.

En adición a una política criminal de base criminología, como ya lo hemos indicado, el trabajo de cara a la disminución de la criminalidad deberá ser complementado con el informe criminológico a lo interno del proceso penal, para cada acusado. Toda esa información deberá ser bien aprovechada, por valiosa.

El papel del criminólogo como perito en el contexto forense tiene como objetivo básico asesorar a la autoridad judicial, a servir de auxiliar, para que adopte decisiones con una mayor base de conocimientos, es decir, con una aproximación mayor a la verdad de los hechos sobre los cuales tendrá que pronunciarse en cualquiera de las ramas de la justicia.

El informe criminológico es un instrumento técnico que permite a los jueces y tribunales conocer en profundidad los detalles de la comisión de un delito para tener una visión integral del hecho, de sus autores y víctimas, y de la posibilidad de reparación del daño causado. No es un informe jurídico, ni psicológico, ni médico forense, si no una herramienta que enriquece el contexto en el que se mueve el autor de los hechos, explicando las causas, prediciendo el riesgo delictivo, y aconsejando las medidas preventivas más adecuadas para reducir el riesgo previsto.

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Citamos como ejemplo, España, donde los procesos que conllevan penas privativas de libertad se requieren del informe criminológico como parte de las piezas necesarias, y que podrán ayudar al juzgador en la motivación de su sentencia.

De cara al derecho penal

El derecho penal siempre ha estado rodeado de un análisis jurídico-filosófico, que ha dado lugar a que no todos estén de acuerdo en su finalidad. Lo que es una realidad, es el derecho penal refleja nuestros valores y cultura. En la medida en que nuestros valores van cambiando, también procurará promover esos cambios, y vendrán entonces las confrontaciones, las cuales se suscitarán ante la división de los nuevos criterios de valoración que van surgiendo.

Dentro de las corrientes filosóficas del derecho penal, están la de un derecho penal mínimo, y al otro extremo, un derecho penal máximo, e incluso hay quienes optan por la desaparición del derecho penal, los llamados abolicionistas. Estos últimos entienden que el derecho penal ha fracasado y que deberá inventarse algo mejor. También se promueven alternativas a las penas privativas de libertad, tendentes a la reparación del daño y a la conciliación con la
víctima.

El derecho penal como tal, no disminuye la criminalidad. Es la consecuencia, el mal necesario, ante el fracaso o falta de implementación de una política criminal de carácter preventiva, y desde el fracaso procurar prevenir, con la represión, lo que implica el uso de la violencia y la negación de determinados derechos humanos fundamentales por parte del Estado. “Reprimir para prevenir” no deberá ser la vía para la disminución de la criminalidad. Cada sentencia condenatoria deberá ser vista como un fracaso de todas las instancias previas
en favor de la prevención.

En cuanto a la efectividad de un concreto sistema de control social penal, es un tema muy espinoso, en el cual hay quienes entienden que el incremento de los índices de criminalidad registrada, debe interpretarse como un signo inequívoco de la “crisis” de la justicia, como expresión del fracaso del actual sistema de control social penal, pues se ha demostrado que leyes más severas, más jueces, más policías, más cárceles, pueden significar más reclusos, más hacinamiento, pero no necesariamente menos criminalidad.

Las mayores garantías de éxito en el orden a la prevención del delito no deben descansar en el rendimiento del control social formal, dígase sistema legal, sino en la integración armoniosa del control social informal (familia, escuela, iglesia, club social, etc.) y las del control social formal (policía, fiscales, jueces, centros penitenciarios, etc.). Cuando fracasan las instancias de control social informal entrarán en operación las de control social formal.

Para el sociólogo y filósofo francés Émile Durkheim, en su obra Las reglas del método del sociológico, refiere que cada realidad social tiene su “normalidad”, y en cuanto a criminalidad, lo “anormal” se verá reflejado en un aumento de sus estadísticas. Una opinión conclusiva deberá apoyarse en estadísticas que compare un determinado año respecto de otro, y respeto al mismo tipo criminal. Cada tipo social tiene su propia “normalidad”, de ahí que las comparaciones con otros países o realidades no aportarían nada. Debemos enfocarnos en estudiar nuestra propia realidad y a partir de ahí, diseñar nuestra política criminal, que no deberá ser un secreto, si no un plan a ejecutarse con seguimiento, con base o apoyo de la criminología, a la cual no le estamos dando la cara.

Finalmente, ¿a qué aspiramos?

 A entender que el crimen es normal en toda sociedad sana, lo anormal es cuando
superamos nuestras propias estadísticas.

 Que el endurecimiento de la norma penal no impacta en la disminución de la
criminalidad.

 A una política criminal integral de base criminológica.

 Al estudio criminológico de todo los tipos penales de mayor incidencia nacional y sus
respectivas zonas geográficas, como herramienta de prevención, control, y
humanización de la justicia.

 Que el informe criminológico sea parte de las piezas de los procesos criminales,
diríamos del expediente, como informe técnico, pericial, para dar el soporte que ha de
permitir conocer más a fondo a todos los actores del proceso, y lograr sentencias que
no solo sean legales sino también justas.

 A producir estadísticas y usar de esa valiosa información, la cual es la principal aliada
de la criminología.

 A disminuir la criminalidad en la República Dominicana para un clima de paz, sin violencias

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