De caro petróleo a escasos cereales

De caro petróleo a escasos cereales

Mientras crecen las preocupaciones por las dificultades que representan para los países pobres los aumentos de precio del petróleo y sus derivados, nuevos motivos de perturbación, asociados con las alternativas  para obtener electricidad y fuerza motriz, empiezan a tomar forma en el mundo.

El presidente cubano, Fidel Castro Ruz, fue quizás de los primeros en advertir que la búsqueda de reemplazo de los derivados del petróleo podría influir negativamente en la disponibilidad y precios de los alimentos.

Su observación partió de los esfuerzos cada vez mayores que hacen muchos países para obtener biodiesel, biogás y etanol a partir de cereales y otros renglones hasta ahora destinados a la alimentación de los humanos.

Muchos que en principio tomaron con escepticismo sus advertencias, han terminado revisando su posición, obligados por evidencias y tendencias que se observan en varias partes del mundo.

Pero no ha sido Fidel Castro el único que ha puesto su vista en el porvenir alimentario de la humanidad. Jean Ziegler, un técnico suizo que es relator de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en materia de derecho a la alimentación, acaba de proponer una moratoria de cinco años para iniciar la producción masiva de combustibles a partir de cereales.

 Ziegler advierte que ya la práctica de obtener combustibles tomando cereales como materia prima está ocasionando carestía de alimentos y aumento de sus precios y haciendo que millones de personas pasen hambre en todo el mundo.

II

La República Dominicana, que por depender de petróleo importado está obligada a buscar alternativas para  reducir sus gastos en hidrocarburos, está, naturalmente, empeñada en desarrollar su industria de biocombustibles.

Aunque no hay todavía un marco jurídico para las inversiones en esta materia, son muy significativos los capitales en espera de estas garantías para dedicarse de lleno a producir etanol a partir de la caña de azúcar y biodiesel a partir de higuereta, así como de sorgo, soya y otros granos.

Una pregunta de orden es si las disposiciones jurídicas para abrir las puertas a las inversiones en esta materia contemplarían determinaciones puntuales relacionadas con el derecho a la alimentación.

Algunos cereales, como el trigo, han empezado a aumentar de precio, primero por razones de costos debido a las alzas del petróleo y sus derivados, pero también y de manera significativa por su destinación a producir sustitutos de hidrocarburos. Aquí, que consumimos harina importada, por esa causa hemos visto encarecer el pan, las reposterías y las pastas alimenticias.

Sería saludable que nuestras políticas para reemplazar combustibles fósiles estén diseñadas tomando en cuenta los efectos que el desarrollo de industrias con estos propósitos podría ocasionar en materia de disponibilidad de alimentos y en perjuicio del derecho a la alimentación.

 Los fundamentos de las preocupaciones de líderes como Fidel Castro y técnicos como Jean Ziegler han dejado de ser hipótesis y teoría y ya se dejan sentir en la práctica en muchos países, en el derecho a la alimentación de mucha gente.

Los dominicanos no podemos ser ajenos a estas preocupaciones y debemos ser previsores al autorizar inversiones en biogás, etanol, biodiesel y otras fórmulas.

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