De concordancias y desajustes sintácticos

De concordancias y desajustes sintácticos

Escribir para un cotidiano es comprometedor y el columnista se expone a tropezar con gramática: ortografía, puntuación, concordancia, acentos que sí y acentos que no, etc.

Aparte de que debe tener madeja de temas que, si se presentare oportunidad y circunstancia, traer a flote aquel asunto que siempre ha querido sacar a “clara luz”, pero que el desenvolvimiento cotidiano, como compromiso ineludible del reporterismo de cada día, no nos permite desarrollar. Y ahí reposa, para más adelante, el tema que tanto hemos querido analizar.

Pero lo de hoy debe aparecer en la edición de mañana temprano. No obstante, surgen oportunidades que nos mueven a ligar el asunto preferido con algunos aspectos de lo que se mueve en estos momentos, y el apresuramiento nos arrastra a caer en yerros en nuestra escritura.

Pasemos al béisbol.

Se habla en una columna acerca del mercado negro en la venta o precio de las boletas. Digamos, tal como lo dice el redactor: “El negociazo del sobreprecio”. Él está hablando acerca de los encuentros entre las Águilas Cibaeñas y los Tigres del Licey, estadios Cibao y Quisqueya.

Una joven con un “jean” de los de Nikauly lo detiene una mañana frente al estacionamiento de unos de los equipos en el estadio Quisqueya y le dice:

[…las boletas de 200 pesos me /la/ vendieron a 800].

Cuando el periodista le pregunta por qué la compró a ese precio, la respuesta fue: “Y es “kaki”, cómo me voy a perder ese juegazo”. Hablaban de Águilas y Licey.

El periodista había adelantado que el día anterior estuvo en el “estadio del ensanche La Fe [… y decenas de fanáticos, sobre todo damas, me abordaron para quejarse por lo que ellos llamaron el negocio del mercado negro, y consideran que es un abuso el sobreprecio].

El comunicador habló primero de decenas de fanátic/o/s, entre ellos pueden haber hombres y mujeres, y así lo señala. Pero destaca a seguidas: “me abordaron para quejarse por lo que /ellas/ llamaron el negociazo…”.

El caso de la concordancia de género, es tradición cuasi milenaria en nuestra lengua, en caso de hombres y de mujeres colocar el sustantivo o el pronombre en terminación en /o/, en este caso en /os/: ellos, en lugar de /ellas/. ¿Será para inclinar hacia la feminización?

Pocos pasos adelante enfatiza que los fanáticos le dicen que los revendedores ofrecen las entradas al precio que “les da las gana”.

/Les,/ pronombre complementario, está bien en plural porque se refiere a /vendedores/. /Da/ verbo, singular; /las/artículo que debe concierta /gana/, tal como está, escrito no concuerdan: /las/ es plural, /gana/ es singular. O /la gana/ o /las/gan/as/. Una de dos.

El columnista habló con varias personas. Están conversando acerca de que esto sucede sólo en los enfrentamientos de Licey y Águilas. “/Le/ digo que por qué no asisten a los juegos de Gigantes–Licey, Estrellas–Licey o Toros–Licey, y con un misil responden: “/Eso/ no son juegos de pelota”. ¿Y entonces?”

a) En: /Le/ digo, se está hablando de /ellos/’. Debo pluralizar el complemento /le/: le/s/.

b) “Es/o/ no son juegos de pelota”.

/Juegos/ es sustantivo plural.

/Eso/ es pronombre demostrativo de segunda persona del coloquio, neutro. Ahí debió escribirse /esos/, plural, para la debida concordancia.

Las obligaciones, los apresuramientos, las asignaciones que nos impone la vida para cubrir las responsabilidades, y el pluriempleo, nos hacen caer en estas situaciones. No nos permite la reflexión serena, el sobre análisis sopesado. A todos nos pasa lo mismo.

(En Diario Libre, sección Deportes, 27 de noviembre 2013, p. 42).

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