Al parecer el llamado Plan de Regularización de extranjeros, su realidad por ser su origen producto de la ilegalidad, cuyas consecuencias afectarán al pueblo dominicano, en vista de que los daños no han sido debidamente ponderados por la irresponsabilidad del gobierno dominicano. Responsable de conducirse en violación de la Constitución y la Ley de Migración, su reglamento y en atentado contra la Patria y la Soberanía Nacional.

Provoca una gran suspicacia cuando se confirma que el Estado fallido de Haití, a sus ciudadanos no los inscriben en el registro civil debido a que carecen del mismo. Por lo que señalan que los consulados haitianos le van a proporcionar documentos de identidad para que puedan regularizarse. Nada menos que en la República Dominicana, un país extranjero para los haitianos. La pregunta obligada es: ¿De qué registro se va a extender un documento de acta de nacimiento si su base de datos no existe, nunca han sido declarados? ¿Cómo poder determinar el nombre del padre, la madre, la ciudad donde nació, la hora del nacimiento, etc? Es ese el documento que será validado para concederles el estatus de migrante, contrato de trabajo, posterior residencia y naturalización. No cabe duda de que la irresponsabilidad del Gobierno violador de la ley y la Constitución nos ha metido en este gran atolladero, por lo que le darán a la ilegalización de lo ilegal, categoría de auténtico para su validez en la República Dominicana.

Los traidores que pretenden chantajear a la nación dominicana, metiéndoles miedo al tembloroso gobierno dominicano, bajo el alegato de que debemos nacionalizar a los ilegales sin papeles, especialmente sin su pasaporte y su visa de entrada, argumentando que no deben ser deportados por falta de esos documentos, para evitar que se produzcan situaciones de violencia, que podrían generar la excusa de que nos invada la ONU, situación por la cual oiremos el crepitar de las balas y cada dominicano se dedique a expulsar al mar a un invasor por lo menos.

Este plan de naturalización está tan lejos de la realidad que los acontecimientos que se van a producir van a engullírselos tan rápidamente como las olas lavan los castillos en la arena, por ser un plan de ficción.