De cumbre en cumbre, vivimos entre espejismos

De cumbre en cumbre, vivimos entre espejismos

Aquel día pensé que soñaba. Veía el azulísimo lago y quise sumergirme en sus aguas. De pronto supe  que ellas no existían. Hechas de sal, no había olas y el mar no  era mar: todo era un espejismo. 

Cruzando el  desierto del lago salado de Chott El Djerid, en Túnez, entendí que las cosas no siempre son tan hermosas como uno las imagina o las quiere ver.

Aunque han pasado unos años desde aquel día, ayer esa imagen llegó a mi memoria con fuerza. Y es que, cuando vi que todo comienza a gestarse para celebrar una cumbre contra el crimen, no pude más que asombrarme: otra vez la ilusión viene a jugar con nosotros.

Poco importa como le quieran llamar. Hemos visto el    “Diálogo Nacional”,  el  “Foro Presidencial por la Excelencia Educativa”  y, más reciente aún,  la “Cumbre  por la Unidad Nacional para Enfrentar la Crisis Económica Mundial” y la “Cumbre Mundial por el futuro de Haití”.

Como es costumbre esta nueva cumbre surge para acallar las mil voces que se levantan contra una situación determinada. Y esta, como todas las demás, no será algo más que un entretenimiento para el gobierno, que gana tiempo y queda bien ante la sociedad, y  tinta gastada en los periódicos.

Ninguna de las cumbres que se han hecho hasta el día de hoy ha dado respuesta a los problemas del país. Aunque en ellas se han hecho mil diagnósticos, las soluciones nunca han aparecido.

A falta de voluntad política para resolver los problemas, esta cumbre será tan inútil como las demás. Y, como ellas, nos harán soñar con lo que no existirá. Vaya espejismo más pendejo.

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