De encuesta en encuesta

De encuesta en encuesta

JOSÉ BÁEZ GUERRERO
¿Será que los genios políticos que dirigen las campañas creen que las elecciones se ganan a golpe de encuestas? ¡Uf! No les aburriré explicando el asunto. Mejor, divaguemos – una vez más –  sobre las tradiciones inglesas. Los escándalos sexuales de los Windsor del Reino Unido son la continuación de una larga tradición iniciada por los Tudor.

Echar un vistazo atrás promete más que armar o desarmar una encuesta. ¿Se imaginan a Enrique VIII (1491-1547) reinando en la época de CNN y el correo electrónico? Este monarca británico, quien reinó desde 1509 hasta su muerte, fue conocido como un matador, en el más lato sentido. Casó seis veces; se divorció o decapitó a cuatro de sus esposas. Su primer divorcio le obligó a separar a la iglesia británica de Roma, creando la Iglesia Anglicana, a cuya cabeza han estado desde entonces los reyes ingleses.

Enrique VIII, de la casa de los Tudor, fue según sir Tomás Moro, el más culto, educado e inteligente monarca inglés, un atleta, con seis pies de estatura, rubio y fornido. Uno de sus deportes favoritos fue el sexo. Su gran disposición, sin embargo, no le salvó de varios cuernos reales.

 Catherine Howard, de 18 años, fue la más bella (y quinta) de sus esposas. Al rey se la presentó Ana Bolena (quien fuera primero amante, luego su segunda esposa, madre de la reina Isabel I; Ana murió decapitada acusada de adulterio e incesto). Catherine, prima hermana de Ana, llegó a la vida de Enrique cuando éste contaba ya 50 años de edad, vividos con gran rendimiento. Tras un período de aparente intensa felicidad conyugal, el arzobispo anglicano reveló a Enrique que su esposa había cometido serias indiscreciones premaritales con otros, así como notorias infidelidades, y que su amante actual era Thomas Culpepper, el cortesano favorito del rey. Enrique VIII mandó a decapitar a Thomas y a Catherine, cuyas ultimas palabras fueron: «Muero como una reina, aunque hubiera preferido morir como la señora de Culpepper».

La hija de Enrique VIII con Ana Bolena, Isabel I, fue la última monarca de la Casa de Tudor. Reinó durante 44 años, hasta su muerte en 1603. ¡Qué carácter debió tener, viendo morir decapitadas a su madre Ana Bolena y a su madrastra Catherine! Isabel, digna hija de su padre, gobernó con manos de hierro y pies de plomo; hizo decapitar a su prima hermana María, reina de Escocia.

¿Escándalos sexuales? Los hubo a granel, pues Isabel pasó gran parte de su vida buscando, sin encontrarlo, al marido ideal. Uno de sus temas favoritos de conversación fue siempre el sexo. Tuvo pretendientes que luego fueron sus más enconados enemigos, como Felipe II de España, dos archiduques de Hapsburgo, príncipes de Dinamarca y de Suecia, Carlos IX de Francia y hasta su hermano homosexual Henri, Duque de Anjou, quien luego fuera coronado como el rey Enrique III de Francia. El «cortejo» se hacía mediante embajadores y otros emisarios.

Isabel I fue objeto de intenso chismorreo durante su vida, y posteriormente ha provocado investigaciones históricas profundas; aparentemente murió virgen, sin conocer a fondo ningún varón.

Tras la muerte de Isabel I y el período dictatorial de Oliverio Cromwell, la monarquía fue restaurada con la coronación de Carlos II (1630- 1685), quien reinó desde 1660 hasta su muerte. Fue conocido como el «monarca gozón», por su espíritu gregario y debilidades carnales. Su esposa, Catalina de Braganza, hija del rey de Portugal, nunca pudo concebir hijos, pese a lo cual Carlos II nunca intentó divorciarse. En lugar de ello, tomó muy en serio aquello de que un rey debe ser como un padre para sus súbditos, y se dedicó a embarazar a cuantas mujeres pudo, al punto de desconocerse el número exacto de sus muchas docenas de hijos.

Carlos II redactó un código de ética sexual según el cual   «Dios jamás podría tomarle en cuenta a algún hombre la búsqueda del placer inocente». El Creador, según Carlos II, sólo rechaza «la maldad y la malicia, no los actos de amor». Fiel a su propio código, Carlos II nunca trató mal a ninguna de sus innumerables amantes. Tras la encandilada pasión, las despachaba pensionadas, tituladas y con casa campestre.

j.baez@codetel.net.do

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