De equivocaciones, necesidades
y buen rumbo

De equivocaciones, necesidades <BR>y buen rumbo

POR JACINTO GIMBERNARD PELLERANO
Sólo hay una forma de no equivocarse. Una receta infalible: No hacer nada. Cuando se quiere hacer mucho, porque es absolutamente necesario, porque hay que corregirlo todo debido a la férrea inmovilidad dictatorial que aplastó al país por treinta años, resulta que hay que empezar a pensar y a decidir, teniendo encima, como si fuese una inmensa, poderosa y feroz ave de oro, el ejemplo de los aperplejantes recursos de vida y muerte, de riquezas coruscantes y pobrezas surgidas de repente, al toque mágico de la voz del mandatario aquel.

¿Que jefe, civil, militar, encargado de una oficina o una Secretaría de Estado, una gobernación provincial, una alcaldía rural o la Presidencia de la República, no anhela, en el fondo de su alma, tal poder?

¿No lo anhela -e intenta tenerlo- el buhonero que obstruye el paso de los peatones con sus tenderetes desplegados? ¿No es lo que quiere poseer el conductor de guaguas o carros de concho, cuando se detiene bruscamente en medio de la calle a recoger un pasajero poniendo en peligro al vehículo que viene detrás cuyo conductor se abstiene de protestar porque la violencia está a flor de piel y si no brilla al sol un cuchillo, suena un florilegio de insultos pestilentes, capaces de llenar un anti -diccionario de la lengua obscena.

De repente vemos que hay que corregirlo todo. Que la corrupción campea por su fueros. Que en la Administración Pública los sueldos de los funcionarios no alcanzan para cubrir el nivel de vida que ostentan gozosos. Apenas alcanza para cubrir la mensualidad de un modesto apartamento, comprar alimentos y medicinas, pagar la exorbitancia que cobran los colegios privados, ir al cine una vez por mes y ocasionalmente «cometer el disparate» de cenar con la esposa en un restaurante modesto. Nada de «queridas», ni yipetas, ni regalos suntuosos.

Me ha alarmado conocer el ridículo sueldo de los militares, especialmente de los generales. ¿No es simple motivo de investigación, el modo en que viven?

El Presidente Fernández tiene alto interés en «!desfacer entuertos» como escribía Cervantes, que para mí, sobre todo, era un filósofo y un agudo analista social. Por eso la vigencia de Don Quijote. Por lo que está detrás.

El caso es que, por interés de «hacer», de corregir, de enmendar, con una decisividad mucho más vigorosa que la que pudo ejercer en su primer mandato, Fernández mueve sus acciones de un terreno a otro. Tengo la impresión de que desearía poder revertir, darle vuelta, al país, establecer nuevos valores con fuerza de obediencia a los mismos.

Creo que debe hacerlo, debe intentarlo. Siempre saldrá algo bueno del esfuerzo en el peor de los casos.

La trayectoria histórica del país es lamentable. No obstante la República Dominicana continúa aferrada al progreso en todos los órdenes, a pesar de los disparates, las injusticias y los latrocinios beneficiados de impunidad.

Creo que el Presidente Fernández va por buen camino, y que lo que consideramos ligeramente como blanduras y aceptaciones, no son otra cosa que consolidación del terreno donde debe pisar. Nombramientos y cancelaciones, ascensos, degradaciones y destituciones -pienso yo-, son parte de un juego obligado por las circunstancias.

Hay que ser ponderada y astutamente flexible para triunfar en el manejo del gran poder.

Rigideces a destiempo nos trajeron el dolor del derrocamiento de Bosch.

No es que sean éstos los mismos tiempos, ni iguales las políticas norteamericanas por los mismos temores y peligros.

Todo eso cambió. Salvo el desorden y la corrupción.

Entre gustos y disgustos, incluso de su propia gente, Fernández parece capaz de ponerle buen rumbo a la Nación.

Démosle tiempo.

Y comprensión inteligente.

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