De estudiante a artificiero yihadista

De estudiante a artificiero yihadista

ALEPO, Siria, (AFP).- «No tenemos lanzaderas de cohetes», pero «soy capaz de hacer una bomba con cualquier cosa», cuenta Abu Hudeifa, un estudiante de 24 años que abandonó la universidad para sumarse a los rebeldes yihadistas que combaten contra el régimen del presidente Bashar al Asad en el norte de Siria.

Mientras muestra a la AFP un antiguo cohete ruso Katyusha, explica: «He colocado dos cables en la parte posterior que van conectados a una batería de coche. Cuando se conectan los cables. Bum». El joven, antiguo estudiante de ingeniería civil en la universidad de Alepo y natural de la ciudad de Maara, forma parte del Frente al Nusra, considerado por Estados Unidos como una organización terrorista.

«Yo no odio a Estados Unidos, ni Occidente. Yo sólo quiero que Al Asad se vaya de mi país y deje de matar gente; por ese motivo me uní a Jabhat al Nusra», Frente de Apoyo, en árabe, comenta. Según él, los milicianos de ese frente son «los únicos que están dispuestos a luchar hasta el final sin miedo a morir». «Gracias a ellos alcanzaremos la victoria final», sentencia el joven, que luce una fina barba recién recortada.

El Frente al Nusra, del que se ignora el número de combatientes, estaría directamente ligado a Al Qaida en Irak, según el Departamento de Estado norteamericano.

El grupo reivindicó cientos de ataques, entre ellos unos cuarenta atentados suicidas en Siria, y se ha impuesto como la punta de lanza de la rebelión, en detrimento del Ejército Sirio Libre, que tiene dificultades para estructurarse. Al lado de Abu Hudeifa se encuentra su hermano mayor Ammar, de 28 años, que mira con devoción a su hermano pequeño.

 «Mi hermano es de mente más abierta que el resto de los hombres que forman parte de este grupo. Él no es un integrista ni un radical, simplemente es un luchador, como yo», comenta Ammar, que lucha junto con los rebeldes y graba con su videocámara las evoluciones de los combates para luego difundirlas.

Ammar cuenta orgulloso que le enseñó todo a su hermano menor. «A mi hermano (Ammar) y a mí, de pequeños, nos gustaba mucho hacer maquetas y montar y desmontar coches teledirigidos. Esos conocimientos los hemos puesto en práctica en la guerra», explica Abu Hudeifa.

«Hemos llegado a fabricar bombas que montábamos nosotros mismos y las hacíamos explotar por control remoto al paso de vehículos militares», explica el muchacho, que perdió tres dedos un día que le explotó en la mano material explosivo. «Hemos usado incluso ollas express; colocábamos dentro el explosivo y pedazos de tuercas y tornillos para que se convirtiesen en metralla.

Las calentábamos durante horas y después las colocábamos en la carretera para explotarlas. Son muy efectivas y capaces de destrozar el blindaje de muchos camiones militares», afirma orgulloso.

Los padres de Ammar y Abu Hudeifa tuvieron que huir a Turquía. «Ese fue el motivo principal por el que decidí unirme a Jabhat al Nusra, para buscar venganza y hacerle pagar a Bashar que mis padres malvivan en un campo de refugiados al otro lado de la frontera y se estén muriendo de frío», afirma el joven mientras juega con un teléfono de color rosa entre sus dedos.

Abu Hudeifa alimenta un odio profundo por el régimen sirio, sobre todo desde el día en que un misil del ejército cayó sobre el coche en que se encontraba la mujer de Ammar y la mató. «Nunca se me olvidará la cara de mi hermano el día que le dijeron que su mujer había muerto (…) Estoy cansado de seguir enterrando familiares y amigos», dice.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas