De falcemia y otras dolencias

De falcemia y otras dolencias

La prestigiosa revista médica semanaria internacional The New England Journal of Medicine, en su segundo número correspondiente al 10 de enero de 2019, publica los resultados de una interesante investigación llevada a cada en un segmento de la población infantil subsahariana africana. Se trata de la administración por vía oral de una dosis diaria de Hidroxiurea a niños de 1 a 10 años de edad que padecen de falcemia, residentes en Angola, la República Democrática del Congo, Kenia y Uganda. Los resultados son muy halagadores, al punto de sugerir la inclusión de dicho medicamento en el protocolo de manejo de este trastorno hematológico hereditario.
Siete días previos a la publicación del trabajo científico, una adolescente dominicana de 17 años con drepanocitosis, que es como también se denomina a la anemia falciforme, visitaba la sala de emergencia de un centro de salud localizado en una zona de la periferia capitalina, quejándose de fuertes calambres y mucho dolor en ambas piernas. Le fue inyectado un calmante y luego despachada a su hogar. 48 horas más tarde era conducida a una clínica vecina con síntomas similares, recibiendo el mismo tipo de manejo terapéutico. Cuarenta y ocho horas más tarde sufrió un desmayo en su casa falleciendo rápidamente. Los resultados de la necropsia mostraron numerosos coágulos sanguíneos, tanto periféricos como centrales, incluyendo múltiples infartos pulmonares y neumonía bilateral. En ninguno de los dos establecimientos de salud visitados se percataron de la condición médica de la enferma, por lo que no pudo ser atendida con la especificidad que su dolencia ameritaba.
El caso trae a colación el tantas veces manoseado tema de la necesidad de que toda persona con una dolencia crónica seria conocida, sea provista de un carnet o placa para uso continuo, en donde se establezca con claridad la condición médica existente. Ahora que teóricamente cada dominicano será dotado de un seguro de salud, es la gran oportunidad para incluir en su tarjeta la información de si esa persona es epiléptica, diabética, falcémica, hipertensa, gotosa, alérgica, bipolar o hemofílica; eso por poner algunos ejemplos.
En cualquier momento, un individuo puede perder el conocimiento, caer en coma, o ser trasladado por desconocidos a una emergencia. El urbanismo implica que a unas cuantas cuadras del hogar somos ya prácticamente unos desconocidos, por lo que un desmayo o mareo inesperado pudiera despertarnos dentro de una ambulancia del 911, o peor aún, en la sala de cuidados intensivos de un hospital o en la morgue. En el caso de la joven referida, la tercera fue la vencida por lo que terminó en la sala de autopsia.
En las personas mayores de edad la información arriba mencionada pudiera ser insertada en la cédula de identidad, o en la licencia de conducir. No es algo muy difícil en esta era moderna de la informática. Incluir estos datos de la salud no es cosa del otro mundo. Nadie está exento de un percance imprevisto, pero cuán útil resultaría contar con la información necesaria en el momento oportuno; haría la diferencia entre vivir o morir.
Ojalá surja la voluntad política y tanto la Junta Central Electoral, como los Ministerios de Obras Públicas y de Salud pública, conjuntamente con las Compañías Aseguradoras hagan causa común a favor de la ciudadanía y atiendan estas sanas sugerencias. Con ello pudiéramos estar salvando la vida del prójimo, o quién sabe, si la de nosotros mismos.

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