De fantasías y fracasos. Los políticos y afines que han integrado el personal ejecutivo de los gobiernos dominicanos de los pasados 20 años han tenido en común su espíritu de ser aguajeros o de hacer bulto tan típico de la raza criolla dejando muy poco a la imaginación. Siempre han pretendido hacer creer que vivimos en un paraíso gracias a las capacidades supuestas de quienes han sido los presidentes.
En los pasados 22 años, cuatro ciudadanos han ocupado el solio presidencial surgidos de elecciones bastantes democráticas. Los cuatro, Hipólito, Leonel, Danilo y el actual Luis, llegaron al poder con un espíritu de trabajo y entrega que luego se les torció a los primeros tres, el último Luis no ha llegado al punto de inflexión cuando se les tuerce por el disfrute del poder y se deja arropar por las ínfulas de líder irreemplazable.
La última experiencia vivida por el país, con los dominicanos presidentes de los pasados 20 años, la estamos viviendo en vivo con el público atento a los casos judiciales de los implicados en la corrupción mas descarada cometida en contra del Estado. Dos años después todavía no se ha podido presentar al primer acusado en firme ante el juez de la condena. Supuestamente se están blindando los casos y los acusados están sometidas a una angustiosa espera en cautiverio procesal lleno de inquina y venganza por parte de los inquisidores. Estos felices cuando hunden el cuchillo y lo retuercen hasta lo mas profundo del cuerpo de los implicados en los deslices cometidos.
Los fiscales pretenden, en su excusa de buscar un blindaje adicional, están a la cacería de mas pruebas que ya no aparecen y los deslices se empañan y se diluyen para presentar un sólido caso a los jueces que deben seguir esperando hasta que el caso este bien maquillado y logre poder pasar la prueba de un juicio frontal y contradictorio con la vigilancia de abogados bien experimentados en las lides judiciales que en los estrados saben usar sus habilidades y marrullerías procesales para aplastar fiscales mas jóvenes y solo imbuidos en el buen deseo de llevar a cabo un juicio justo y diáfano.
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La opinión pública se hadado cuenta, que los fiscales en sus constantes pedidos de extensión de los plazos para las pruebas, están demostrando una carencia de pruebas de peso y argumentos sólidos de casos que se creían bastantes explícitos, sin embargo, está demostrando que el embrollo existente va dejándose sentir de que la corrupción es un flagelo de gran raigambre que nos azota desde el inicio de la república como sentencia un conocido abogado de fuste de buen crédito en el país.
Estamos llegandoa un punto que las autoridades judiciales vana tener que justificarse ante el país para limpiarse de la creencia deque las pruebas de los casos de corrupción carecían de su sólido sustento ya que las pruebas fueron destruidas o desviadas hacia otros destinos.
Mientras tanto, hay en el ambiente de que el acelerado ritmo de trabajo del presidente Abinader no es compartido por muchos de sus subalternos que todavía están buscando las prebendas que se disfrutan desde el poder y las mismas no les llegan ya que se les ha cortado la mayoría de los orígenes de esos beneficios colaterales de los cargos que se disfrutaban en otras administraciones.