De Freddy Madera  al viejo Lisandro Macarrulla

De Freddy Madera  al viejo Lisandro Macarrulla

Hace aproximadamente un mes recibí la infausta noticia de que el querido compadre y amigo fraterno Freddy Antonio Madera había fallecido.  Fue  un hombre de vida ejemplar En los últimos tiempos en este mismo medio escribió artículos cargados de vivencias y emotividad tanto a su  esposa Luz como a  Mateíto Rojas Alou. Otro trabajo en  forma de anécdota que tenía proyectado hacer, pero que no tuvo la oportunidad porque su vida se detuvo, es al que me voy a referir.

Precisamente el mismo día de su muerte recibí una llamada de Freddy para contarme que días atrás había asistido al congreso de la CASC, donde estuvo presente el hijo de nuestro  querido viejo amigo y compañero de trabajo Lisandro Macarrulla, situación que aprovechó para contarles a los que estaban a su lado, una historia que en aquel momento tuvo una significación trascendental y que talvez  moldeó para siempre muchas conductas humanas.  Habiendo sido la última vez que hablé con él y entendiendo que tenía pensado  publicarlo,  lo asumo como una encomienda.

Se trata de que en 1962, siendo empleados de la Corporación Azucarera Dominicana (antigua Azucarera Haina y luego CEA), habíamos formado la Asociación de Empleados, y creadas  cooperativas de ahorro y de consumo para los trabajadores.  En ese momento apoyábamos la lucha por demandas salariales y de bonificación del sector, producto de los ingresos  extras que obtendría la industria azucarera luego del levantamiento de las sanciones de la OEA.

Con motivo de las demandas reivindicativas, funcionarios del Concejo de Estado invitaron a los dirigentes sindicales azucareros a una reunión a la que asistimos y en la cual, uno de los Secretarios de Estado o Ministro, aprovechó para proponer una donación de 300 mil pesos para el fortalecimiento de nuestra cooperativa. No bien terminó el conocido funcionario de hacer la oferta, cuando el viejo amigo y compañero Lisandro Macarrulla brincó de su asiento y gritó: ¡Eso es una ofensa, intento de soborno,  corrupción y compra de conciencia! ¡No lo aceptamos  y solicitamos que se retire formalmente la oferta!

Con ello Freddy no solo quiso hacer un reconocimiento a la actitud del viejo amigo Lisandro, sino recordar con orgullo aquellos tiempos donde los principios éticos valían y donde las tentaciones contaban con muros de contención difíciles de tumbar. ¡Con qué alegría recordó  el compadre aquella anécdota! a la que se sumaron otras, sin darse cuenta de que sería nuestra última parada para echar una ojeada  atrás como lo hacíamos con frecuencia, disfrutando de actitudes que para nosotros tienen valores inconmensurables, pero que desgraciadamente hoy algunos lo consideran como cosas de  idealistas sin sentido de la oportunidad.

Lo que hacía Freddy Madera con otros,  debemos hacerlo nosotros. Recordar su memoria con cariño y  orgullo, como  gran profesional y funcionario, excelente profesor, abnegado padre y esposo, pero  sobre todo un gran ser humano. Fervoroso creyente,  gran consejero, y presto siempre a la conciliación y búsqueda de  soluciones.

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