Dicen que es colombiano el hombre que armado de una pistola penetró a un bar del sector de Piantini, en pleno Polígono Central, donde despojó de sus pertenencias a varios de sus clientes, y a juzgar por la sangre fría con que actuó, de la que hemos sido testigos gracias al video que ha circulado con profusión en las redes sociales y noticieros de televisión, podría ser verdad. Y eso es, precisamente, lo preocupante del episodio, pues ya circulan versiones de que se trata de una banda integrada por extranjeros bien curtidos en el mundo del crimen en sus distintas modalidades, una experiencia delictiva que, definitivamemte, no es bienvenida por estas tierras, pues a estas alturas nos basta y sobra con nuestro propios delincuentes y criminales. Pero hay otro factor a considerar, más allá de la nacionalidad del perpetrador o los perpetradores: la facilidad con la que, aparentemente, el asaltante de Piantini cometió el hecho, lo que podría estimular a eventuales imitadores, y nadie quisiera que ese tipo de asalto se convirtiera en una peligrosa y aterradora moda. Por eso es tan importante que la Policía actúe, en este caso, con la eficiencia y presteza que demandan las circunstancias, y ojalá se ahorre la explicación –porque no se la vamos a creer– de que se trata de un “hecho aislado”. Aunque puede afirmarse que, gracias a la difusión que ha tenido el video de marras, muchos propietarios de bares, restaurantes y otros establecimientos tomarán las medidas de seguridad que estén a su alcance para evitar que en sus negocios ocurra lo mismo, como puede afirmarse también que de ahora en adelante todo el que lo vio lo pensará dos veces antes de decidirse a visitar cualquiera de esos lugares, pues está consciente de que nadie le garantiza, ni sus propietarios ni la Policía, que no será la próxima víctima de la desafiante audacia de los delincuentes llegados desde allende los mares a robarnos la poca tranquilidad que nos queda.