De Gorsky a Mikhailov, la historia moderna de Rusia a todo color

De Gorsky a Mikhailov, la historia moderna de Rusia a todo color

Londres.- De la Rusia zarista de Gorsky a la subversión de Mikhailov, una gran exposición en The Photographers’ gallery de Londres muestra la evolución de la fotografía en color en Rusia así como la historia de ese país entre 1860 y 1980.

Con 140 imágenes repartidas en dos pisos, «Prímula: temprana fotografía en color en Rusia» es una retrospectiva de los primeros pasos de la fotografía en blanco y negro con retoques en acuarela u óleo hasta la llegada del negativo en color y diapositivas después de la segunda Guerra Mundial.La muestra, dispuesta en orden cronológico por la comisaria Olga Sviblova, empieza en 1860 con retratos decorados a mano de mujeres, niños o familias, a menudo realizados por los estudios de la época, una tendencia que derivó en fotografías arquitectónicas y de paisajes también retocadas en color.

A principios del siglo XIX, bajo el mecenazgo del zar Nicolás II -fotógrafo aficionado-, la documentación fotográfica del imperio se convirtió en una prioridad y Sergei Prokudin-Gorsky recibió el encargo de viajar por todo el país para captar su riqueza y diversidad.

Equipado con un sistema tricolor de placas y con transporte oficial a su disposición, Prokudin-Gorsky retrató a niños campesinos en la región de Kursk, en 1910, o el 23 de mayo de 1908, al escritor Leo Tolstoy, con una larga barba y mirada desafiante, en una de las imágenes más destacadas de la exposición.

Niños vestidos de marinero, vistas de la ciudad de Yalta, en la península de Crimea, por Semionov, o lugares emblemáticos de Moscú captados por Pyotr Pavlov marcan los primeros años del arte fotográfico en Rusia.

La placa autocroma de los hermanos Lumière, comercializada en 1907 y la única fotografía directamente en color disponible hasta 1935, «se hizo muy popular en Rusia», explica Sviblova, sobre todo entre pudientes como el noble Pyotr Vedenisov, cuyas instantáneas familiares con este método permiten apreciar su estilo de vida.

Según la comisaria, «la primera Guerra Mundial en 1914 y la Revolución de Octubre en 1917 aniquilaron la Rusia cuyo recuerdo se preserva en esas fotografías pintadas» de finales del XIX y principios del XX.

El gobierno bolchevique de Vladimir Lenin apoyó la fotografía en los primeros años después de la revolución como una forma de llegar a un pueblo en un 70 % analfabeto, lo que permitió el surgimiento de los rompedores fotomontajes de Rodchenko, Stepanova, Klutsis o Lissitzky.

A mediados de los años veinte, Rodchenko recreó la técnica de pintar las propias fotografías, como en «El estadio de Dynamo» o en retratos de su musa Regina Lemberg.

Según Sviblova, directora de la Casa de la Fotografía de Moscú -de donde proceden las imágenes-, el padre del constructivismo se refugió en los años treinta, cuando se recrudeció la represión por el Gobierno de Stalin, en fotos clásicas de ópera y ballet «como escapismo» tras «la desilusión de la utopía soviética».

La película en color, inventada en 1936 por la empresa alemana Agfa y la estadounidense Kodak, no llegó a Rusia hasta 1946, finalizada la segunda Guerra Mundial.

Hasta mediados de los años setenta, la fotografía en color solo estuvo al alcance de unos pocos y fue usada por fotógrafos de publicaciones oficiales como Mikosha, Petrusov y Dmitri Baltermants, que firma una impresionante imagen del funeral de Iosif Stalin tomada en marzo de 1953, con el líder tendido en un colchón rojo y rodeado de plantas y flores de colores.

Estos profesionales hubieron de seguir los dictados del realismo socialista impuesto por el Gobierno, de modo que hasta los bodegones ocultaban un mensaje ideológico: «Limones» y «Fruta» (1949), de Ivan Shagin, ofrecían a la hambrienta población alimentos inexistentes en la Rusia de posguerra.

Con Nikita Khrushchev se suavizaron los requisitos del régimen y el arte fotográfico «se acercó más a la realidad», apunta Sviblova, si bien artistas subversivos como Mikhailov tuvieron que ocultar parte de su obra.

En la muestra londinense puede verse su serie «Suzi Et Cetera», cuyas diapositivas de 1960 y 1970 de desnudos y lugares y detalles personales, originalmente mostradas en casas particulares, ofrecen un punto de vista individual insólito en una Rusia acostumbrada al colectivismo.

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