De hipocresías, corruptos y criminalidad

De hipocresías, corruptos y criminalidad

FIDELIO DESPRADEL
La siguiente anécdota del profesor Bosch expresa su gran entereza moral. En 1963, el profesor manda a buscar al Procurador General, y frente a un amigo que el profesor había empleado en el Palacio Nacional, increpa al Procurador para que lo procese judicialmente, afirmando que éste había abusado de su confianza, utilizando la influencia que le otorgaba el ser «amigo del presidente», para ejercer «tráfico de influencia».

Otro ejemplo me lo proporcionó Miguel Ángel Muñiz, el legendario militante revolucionario de «toda la vida». Me recordaba Muñiz, que arribando al término de la década de los 50, un empleado de Aduanas fue sorprendido con unos cortes de tela de contrabando escondidos en un doble muro de su casa. Procesado el empleado, me recordaba Muñiz, que sus tres hijos tuvieron que dejar la escuela, y su solícita madre ocuparse de su educación por varios años, porque los infelices fueron victimas de sus compañeros de aulas, quienes los denostaban con aquello de que su padre «era un ladrón».

Pero resulta que desde mediados de la década de los 60, se empezó a democratizar la corrupción en las cúpulas económicas y sociales del país, a llegar en este nuevo milenio, hasta límites que amenazan con tragarse a sus propios propiciadores, quienes, a través de la sociedad organizada, pegan el grito al cielo por el desbordamiento de la criminalidad y la corrupción, ignorando que los actos de corrupción y los más grandes crímenes contra la República los cometen todos ellos/as, desde las posiciones de poder que les proporciona ser parte, o de las elites políticas, sociales o económicas del país.

¡Quien no roba es un pendejo! ¡Quien no hace ostentación de riquezas mal habidas, es un bobo, digno del desprecio de la sociedad «de arriba»! Los padres que roban todos los días les compran carros de dos y tres millones de pesos a los hijos, le entregan tarjetas de crédito con límites que triplican el salario medio de los obreros del país, para que estos muestren a todo el mundo las fortunas acumuladas por sus padres, en la sociedad mafiosa constituida por las cúpulas sociales, económicas, políticas, y de los poderes Ejecutivo, Judicial y congresional de esta República Dominicana. Y resulta, que tanto el padre como los hijos, se sienten orgullosos de ostentar su enanismo moral y ético.

Pero esas mismas cúpulas tienen un ejército de comunicadores y de intelectuales a su servicio, que se ocupan de convencer al país para que apunte su dedo acusador contra las consecuencias y efectos de la criminalidad, y nunca contra sus raíces y causas primigenias.

Existe una diferencia abismal entre el comportamiento del profesor Bosch ante el «amigo» que había abusado de su poder y de su cercanía al mandatario, con el comportamiento de todos y cada uno de los responsables del rumbo impuesto a este país, sea desde el Ejecutivo, los ministerios, Congreso o las cúpulas sociales y económicas.

No debemos rehuir tratar el tema de la criminalidad y la delincuencia, pero debemos elaborar nuestras propias tesis y propuestas, opuestas a las que se nos presentan a diario a través de los medios que monopolizan los dueños del país, so pena de ser cómplices del destino autoritario de derecha, hacia el cual están precipitando a la República Dominicana los mismos que se han valido de su poder para acumular fortunas nunca sospechadas en tiempos pretéritos, mientras los habitantes carecen de lo elemental, como lo es garantía de educación, salud, seguridad social y un futuro promisorio para los niños/as y jóvenes que se esfuerzan por crecer.

Construyamos nuestra propia agenda y nuestras propias propuestas. Dimensionemos el inmenso crimen que es la impunidad de los banqueros, contrabandistas, legisladores que trafican con su poder, de los funcionarios que violan la ley y se aprovechan de su posición para depredar el país en su propio beneficio; de los gobernantes que propician y toleran estas cosas, que dirigen desde la misma presidencia sus propias ONGs, con el dinero de los banqueros, de los que practican el oligopolio, el tráfico de influencia, el contrabando.

Expongamos ante el país y el mundo el inmenso crimen que realizaron las cúpulas políticas, sociales y económicas, al erigir en paladín y padre de la democracia a la persona que, con premeditación y para sostener y reproducir su poder, enterró las enseñanzas del profesor Bosch, de Manolo, de Minerva y los demás, en una precipitada carrera para corromper a toda la sociedad. Expongamos ante la opinión del país el inmenso crimen de los industriales herederos de Trujillo, que convirtieron en ley las dos herencias malditas de Trujillo en el campo industrial: la práctica del oligopolio y del uso y abuso del poder del gobierno y el Estado para potenciar sus empresas y negocios.

Expongamos ante la opinión del país el entreguismo sin límites de estas élites políticas, sociales y económicas, y de todos los gobernantes y funcionarios, con honrosas excepciones, y su actitud sumisa ante el poder extranjero.

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