De inconsistencias constitucionales ya se llegó al tope

De inconsistencias constitucionales ya se llegó al tope

El escepticismo que despierta la intención de proceder por enésima vez a imprimir cambios a la Constitución tiene sentido por las escasas veces que se le ha permitido extenderse por el tiempo en sus mandatos y siempre han abundado las incurias y malicias para desconocerla como mero pedazo de papel.

Hasta el punto de que la actual versión, velozmente alterada casi acabada de nacer por constituir la reelección un vicio tóxico, todavía no ha podido entrar flamantemente en vigor en el marco de las leyes adjetivas que le deben ser adecuadas para su plena validez.

Parecería que la auténtica conformación de la institucionalidad depende, en principio, de la madurez, apego ético y voluntad de los entes políticos de los que tienen que emanar responsablemente los compromisos de someterse a las reglas del juego de las que ellos mismos dotan al país; Es evidente que ha faltado celo por la seguridad jurídica.

Está claro, con texto a la vista, que el Ministerio Público es independiente y autónomo en base a la forma que hoy presenta la Carta Magna; sin embargo ha venido a ser ahora cuando con firmeza de criterio el Poder Ejecutivo se ha encaminado a respetarle esas condiciones.

Es posible lograr efectivos controles legales a través de leyes especiales u orgánicas subordinadas a mayorías cualificadas, sin tocar la Constitución, siempre que exista verdadera vocación de acatarlas, la que apenas ha existido.