De jazz y puristas

De jazz y puristas

POR ALEXIS MÉNDEZ
Una tarde estaba observando a Niño que, con rostro enojado, organizaba sus viejos Lps. El tipo se quejaba porque había encontrado algunos discos de cubop, que pertenecían a su hermano Chucho, entre sus vinilos de dixiland.

Al preguntarle a Chucho, el motivo por cual estos estaban allí, este le contesto que al igual que los suyos, esos eran discos de jazz.

-¿De que jazz me hablas tú?-grito Niño- A Dizzy y a Mario Bauza que se vallan con su música para un solar.

Yo desconocía los nombres mencionados por Niño, aunque más o menos pude entender que estaba mandando al “carajo” a estos señores. Era obvio que los estaba rechazando, cosa que yo no podía explicarme.

Hace unos días, recordé aquel episodio, que debió haber pasado hace 24 o 25 años, cuando apenas yo tenia 9 o 10. Ahora sí pude descifrar que, cuando Niño hablaba de solar, se refería a esas áreas urbanas donde los negros cubanos se reunían para descargar sus tambores en clave 2×3 y afincar en bailes y cantos. Es lo que se denomina Rumba, de donde surgió el inmortal Luciano “Chano” Pozo, quien fuera, junto a Dizzy Gillespie, el responsable de fundir el jazz y al música afro-cubana.

Al parecer Niño no le perdonaba a Dizz, su protagonismo en aquella cohesión, así como guardaba rencor a Mario Bauza por haber insertado estructuras de la música cubana en el jazz.

Hoy recuerdo a Niño y me imagino que su concepción purista debe tenerlo amargado, porque, para su desgracia, hoy se habla de un jazz que se mezcla con toda expresión latina, con toda propuesta europea y asiática. Un jazz que salio de Chicago, de Nueva Orleáns, de Nueva York y anda tolerante por todo el mundo.

Lo cierto es que he pensado en Niño muchas veces en todos estos años. Recuerdo mi primera experiencia en un concierto de jazz. Allí estaba uno al que llamaban Michael, que ahora es Michel… Michel Camilo. Este interpretó un tema en el que su piano daba un “tumbao” parecido a los que en mi barrio se escuchaban, algo así como el de “Dame un chachito pa’ huele” que Eddie Palmieri le tomo prestado a Arsenio Rodríguez. Ese día me pregunte si el anarquismo musical de Niño podría aceptar a Michel que hoy es uno de los pianistas mas respetado del hemisferio.

También pensé en él cuando escuché un tema del trecero cubano Pancho Amat, cuya historia trata de un bongosero que llega a Nueva Orleáns y allí se encuentra con una orquesta de jazz a la que se integra para improvisar, por supuesto con su bongó. Esta pieza se titula “Un bongocero en Nueva Orleáns” y es una mezcla de son con el dixiland que tanto adoraba Niño:

-Pobre Niño-pensé voz alta.

La verdad es que me he codeado con muchos Niños, y es por eso que siempre lo llevo presente. Por todos lados veo y escucho a esos que no aceptan que la música de hoy forma parte del sistema globalizado en que estamos viviendo. Son los mismos que no asimilan las teclas de Michel y los tambores de Giovanni interpretando el merengue “Papá Bocó” de Manuel Sánchez Acosta, y que a eso le llamen jazz latino. Son los mismos que se niegan a que Rubén Blades se presente con éxito en festivales de jazz y a que Chano Domínguez toque un piano “aflamenqueao”, y que le llamen jazzista.

Cada uno con lo suyo…yo con mi son, aprieto. Que viva la música, no importa cual sea, siempre y cuando no aburra mi alma.

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