De la Alemania de 1954 a la España de 2014, menos similitudes que diferencias

De la Alemania de 1954 a la España de 2014, menos similitudes que diferencias

Berlín. El recuerdo de la debacle sufrida por Alemania en la primera fase 1954 -cayó 8-3 ante Hungría- puede hacer que algunos busquen razones para la esperanza de España, tras la catástrofe inicial ante Holanda.

Como es bien sabido, en el 54 al final Alemania se alzó con el título. Sin embargo, de entrada hay una diferencia importante.

En la primera fase, en 1954, nadie pensaba que Alemania, ni ningún otro equipo, le pudiera ganar a la Hungría de Puskas y Hidekuti.

Alemania, antes del Mundial del 54, está lejos de representar la excelencia que representaba España antes de Brasil 2014 y que en 1954 representaba un Hungría, un equipo al que se le consideraba como prácticamente invencible. Por eso, cuando Alemania cayó vapuleada de la peor manera posible, en ese momento nadie habló de sorpresa.

En la memoria colectiva alemana se explica todavía aquella goleada diciendo que el seleccionador, Sepp Herberger, dio el partido por perdido anticipadamente y envió al campo a un equipo lleno de suplentes.

Por ello, la catástrofe alemana no sólo no fue una sorpresa sino que, si se acepta la teoría anterior, ni siquiera un contratiempo en los planes del entrenador. Si se revista la alineación que usó Alemania en la derrota ante Hungría -y se le compara con las alineaciones de otros compromisos en el mismo torneo- se ve que ese día Herberger no puso toda la carne en el asador.

En la derrota ante Hungría en la portería estuvo el meta suplente Heinrich Kwiatkowski. En el resto del torneo el meta fue Toni Turek, que sería uno de los héroes de la final. Además, en ese partido faltaron -si se compara con el once que jugó la final,- Karl Mai, Max Morlock, Ottmar Walter y Hans Schäfer.

Todos ellos habían estado en el partido inicial contra Turquía -en el que Alemania se impuso por 4-1- y estarían también en el partido de desempate por el segundo puesto del grupo ante el mismo rival que Alemania ganó 7-2 para pasar a cuartos de final.

Los cinco ausentes en la catástrofe contra Hungría estuvieron también en la victoria en cuartos de final contra Yugoslavia y también en la semifinal ante Austria, que se saldó con una victoria por 6-1 con una alineación idéntica a la que sorprendería a Hungría en la final imponiéndose por 3-2.

La leyenda dice que si Herberger utilizó un equipo plagado de suplentes en el primer partido contra Hungría no sólo fue por considerar que era mejor reservar a parte de sus jugadores para el partido decisivo del grupo contra Turquía. También se trataba de generar en los húngaros, de cara a una posible confrontación posterior en la final, un exceso de confianza.

Esa confrontación llegó, con el partido que pasaría a la historia del imaginario alemán como “El milagro de Berna».

El resto es conocido. Hungría empezó ganando 2-0. Alemania logró emparejar antes del descanso. Ya sobre el final del segundo tiempo, Helmuth Rahn marcó el tercero para los alemanes. Una de las explicaciones del desenlace puede haber sido el exceso de confianza de los húngaros, que llevaban años sin perder. Pero también suelen argumentarse otras razones que oscilan entre la leyenda negra -se ha hablado de dopaje- y la mistificación de la tecnología alemana.

Antes del partido, Herberger había sido interrogado acerca de si realmente creía que Alemania tenía oportunidad de derrotar a Hungría.

“Si hace sol, estamos perdidos. Pero si llueve, el campo se pone difícil y el balón está pesado tendremos nuestras oportunidades”, respondió Herberger.

Ese día llovió y -ahí entra la tecnología- Adi Dassler, uno de los fundadores de Adidas, había inventado los botines con tacos intercambiables y los alemanes salieron al campo con tacos largos, apropiados para el estado del campo. Sin embargo, para la mitología popular, resulta más plausible la explicación de que todo fue un milagro.

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