De la Alfabetización a la Reivindicación

De la Alfabetización a la Reivindicación

Desde unas semanas atrás dedico tiempo para seguir el desenvolvimiento del ministerio de Educación, a cargo de la profesora Josefina Pimentel.

Quiero decir que esto no es por capricho; no por alguna inquietud personal o profesional, sino por el simple deseo de conocer su dedicación y calidad profesional, que ya algo se le reconoce en este espacio de necesarias y urgentes realizaciones, que se debe tener una mejor proyección y el más efectivo desenvolvimiento y ejecución en el área de la enseñanza.

 No es desconocido para mí el talento y  el duro batallar de Josefina Pimentel dentro de estos requerimientos tan exigentes en nuestro medio, tan urgidos de transformaciones en renglones destinados a la creación del “hombre nuevo” que nos eleve al nivel que, como pueblo y con carácter e inspiraciones, merecemos alcanzar.

 He leído en la p. 6 de Diario Libre, del pasado lunes 1 de octubre, 2012, el intercambio de la señora Ministra de Educación en el Diálogo Libre del periódico mencionado más arriba, quien afirma que “un país que tenga una tasa menor de analfabetismo está en mejor condición de alcanzar un índice de desarrollo humano integral”, y agregó que a eso debemos llegar.

 Acerca del mejoramiento de los sueldos de los docentes, explicó: “El ministerio concede día por día lo que corresponde a cada facilitador, los que en su desempeño y desenvolvimiento cotidiano marcan un mejor nivel de formación, es decir, que, de acuerdo con lo que ellos elevan su formación universitaria, con mejores oportunidades para proyectar su capacidad, se mejora el estipendio de cada docente”.

 En 97 escuelas públicas es una realidad que se ha extendido el horario escolar a 8 horas diariamente, y resaltó:

Temas que al maestro le tomaban cuatro meses, ahora lo pueden enseñar en solo dos meses. Esto es una conquista en el servicio innovador de dos tandas corridas para cada curso.

Otros logros son:

– Desayuno y almuerzo escolar;

– Supervisión de la calidad de los alimentos.

– Comodidad para el maestro que tenía que trasladarse de uno a otro centro de escolaridad, a veces distantes.

El entusiasmo de los profesores, dice doña Josefina, asegura un aporte de valor y servicio para el plan de educación en general y, particularmente, del plan de alfabetización, que nos coloque en pocos términos en un sitial de dignidad.

 Recuerdo que en el año 1956 asumí el cargo de Juez de Paz en el municipio de Samaná.

 Dejaba atrás la llamada escuela normal de varones. Encontré que el mayor número de sometimientos recaían en contra de ciudadanos que atravesaban descalzos los campos aledaños a la ciudad cabecera de la provincia, y otros, que se resistían a ser alfabetizados.

 Pienso que la primera persecución se habrá disuelto: los pobres sin calzados; y de seguro esta vez, al amparo del manto protector de los nuevos tiempos, sistema y autoridades lograrán, al final de la contienda, que los dominicanos hemos asimilado esta Jornada reivindicadora para nuestro “noble y sufrido pueblo”, como lo exaltó don Viriato Fiallo en el 1961. 

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