De la depresión colectiva a la “recuperación de sonrisa”

De la depresión colectiva a la “recuperación de sonrisa”

El curso que está tomando el paquete fiscal sometido por el Gobierno luce cada vez más incierto y carente de sentido social, político y económico; ahondando la depresión colectiva de los dominicanos como se puede constatar a cada paso y en cada encuentro y conversación.

Partiendo de la magra justificación de discutir nuevos impuestos cuando el Gobierno no ha hecho los suficientes esfuerzos, en términos de resultados, no de anuncios retóricos, por disciplinar sus finanzas públicas reduciendo gastos.

Adicionalmente las imposiciones más significativas están siendo marginadas, lo que augura que el incremento de las recaudaciones no será suficiente para superar el déficit fiscal, abriendo las puertas a nuevas reformas y endeudamientos, en cuyo caso cabría preguntarse el porqué había que provocar  el escarceo que ha acentuado nuestra depresión colectiva. Con este comportamiento el Gobierno recurre a un aspaviento similar al que intentó cuando propuso, por ley, indexar los impuestos a la Ley 112–00 que no había indexado por negligencia o interés político.

Finalmente, la marcha al vapor y las vías por donde se encaminan las discusiones o negociaciones sugiere desconcierto magnificante de la depresión por el riesgo de  convertirse en vano e infructuoso, tanto el proyecto como su costo político: Negocian instancias sociales no plenamente representativas y funcionarios diferentes a los responsables directos de la administración tributaria; introducen nuevas figuras tributarias, evidenciando improvisaciones y falta de ponderación comprehensiva de un sistema que requiere reformas menos fiscalistas y más  incentivadoras de la economía; proponen elementos que acentúan la informalización de la economía, los cuales habrán de repercutir negativamente en las propias recaudaciones; atentan contra incentivos instituidos previamente reforzando la desconfianza empresarial y agravan la inequidad social que junto a aumentos de la electricidad, combustibles y servicios de salud, entre otros, ahondan la depresión colectiva.

Salvo que este proceder se ha concebido como una simulación para guardar apariencias ante una comunidad internacional cómplice de la inadecuada economía que nos están imponiendo, este circo que observamos solo terminará envolviéndonos en un pandemónium que hará más difícil la superación de nuestros malestares económicos y sociales.

Esa jungla inexplicable de dudosos resultados solo puede detenerse y revertirse con propuestas como las formuladas por el  PRSC: la de considerar individualmente las leyes cuyas modificaciones fueron sometidas para conocerlas todas en un solo paquete empachador de nuestro régimen fiscal.

Solo así, o con propuestas similares, podrá vencerse la depresión colectiva en que estamos envueltos  y vencer la desesperanza a manifestarse en la recuperación de la sonrisa a la que una  vez aludió el fundador del PRSC.

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