De la dispersión a la Convergencia

De la dispersión a la Convergencia

FIDELIO DESPRADEL
Noventa mil personas, para quienes después de toda una vida trabajando, su vida laboral cesó, constituyen el universo de los pensionados. De esos, el 73% (73 de cada cien) cobran un máximo de 3,000 pesos de pensión cada mes.

Pero es sabido que hay pensionados que reciben centenares de miles de pesos mensuales, o sea, cien veces lo que recibe el promedio, y muchos otros que rondan los 30, 40 y 50 mil pesos mensuales de pensión, y la mayoría de estos casos, ni alcanzaron la edad de retiro ni trabajaron los años requeridos en los departamentos donde adquirieron su pensión.

Esta es la realidad de los pensionados y pensionadas. Pero la misma tragedia se reproduce en lo que a los servicios de salud y educación se refiere. En este último renglón, como es bien conocido, los niveles de inversión estatal en la educación hoy en día, si los comparamos con el Producto Bruto Interno del país, está rondando el 2%, cuando en la década de los 60 alcanzaba el 3% de dicho producto bruto interno.

¿Y en lo referente a la producción y a la generación de fuentes de empleos y trabajo? Las estadísticas oficiales nos dicen que en los últimos 10 años se han creado 830,000 empleos. Y resulta que de éstos, la industria y la agricultura sólo aportaron alrededor de 35,000. Y de acuerdo a las mismas fuentes (boletines del Banco Central) mientras en el año 1970 la contribución de la manufactura y la agricultura al llamado PBI era de un 42%, en el año 2005, los mismos dos sectores fundamentales sólo aportaron un 25%.

¿Qué nos dicen estos dos grupos de datos? Dos cosas: El desastre de los servicios sociales servidos por el Estado (con los impuestos de todos los habitantes) y la disminución drástica, en los últimos 40 años, del aporte a la riqueza social de la manufactura y la agricultura, bases fundamentales de cualquier nación independiente.

Lo mismo pasa con los demás servicios sociales (agua, electricidad, vivienda y otros) con la alimentación y con los demás indicadores del nivel de desarrollo humano de cualquier sociedad. Nuestra opulenta, moderna y democrática sociedad sólo es tal, en lo relacionado a los segmentos más favorecidos de las clases medias, y a esa especie de oligarquía social, económica y política que se encuentra en la punta de nuestra pirámide social, y que son, sin lugar a dudas, los promotores y reproductores del modelo económico, político y social que le han impuesto a todos los dominicano y dominicanas en los últimos 40 y más años. Y ese modelo, no sólo produce y reproduce una criminal inequidad social, sino una desatención criminal a todo el aparato productivo, que, junto a la cultura, constituye las bases de cualquier nación independiente. Porque si aplicamos el mismo rasero de análisis a todo lo relacionado con la cultura y todo el andamiaje moral en el que se sustenta el modelo actual, tenemos que llegar a la conclusión que la continuidad en el poder de los actuales y pasados sustentadores, amenazan con la disolución de nuestra Nación.

De manera que el objetivo político central de cualquier proyecto político alternativo es el de ponerle freno en forma drástica a la acción de disolución de la Nación dominicana, protagonizada y dirigida por las cúpulas sociales, económicas y políticas que han llegado a conformar, con el correr del tiempo, una oligarquía social, política y económica, por encima y contra el conjunto de la sociedad dominicana.

Diversos grupos de personas, sectores y organizaciones políticas estamos hoy empeñados en impulsar un esfuerzo alternativo, en procura de alcanzar un gran movimiento político-social, que en medio de la lucha en todos sus niveles, logre modificar la actual correlación de fuerzas y alcanzar el poder en nuestro país, para cambiar el rumbo de la República Dominicana.

Esos sectores diversos se expresan hoy a través de distintos proyectos y propuestas. Los hay de distintas procedencias y matices, los cuales se expresan hoy dispersos y desunidos. Pero este proceso recién empieza. A medida que el mismo avance, cada sector deberá mostrar con claridad sus matices y potencialidades, y la capacidad de algunos de unificar a sectores específicos, y de otros, que serán capaces de representar al conjunto de los sectores que componen la gran mayoría de la Nación dominicana, interesada en un cambio de rumbo en el país.

Debemos asumir sin sobresaltos la dispersión de hoy; alentar a cada uno a que impulse su acción al interior de la sociedad, pero abriendo puertas para que, finalmente, aquellos matices que mejor representen la necesidad de la gran convergencia de fuerzas ciudadanas, sociales y políticas en el país, terminen prevaleciendo y colocándose en capacidad para impulsar la imbatible convergencia de todos estos esfuerzos, en un gran movimiento político social, capaz de cambiar el rumbo actual del país.

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