De la emoción absoluta, vestida de alegría y mucha propaganda, pasamos a un silencio total: sin explicaciones, dejándonos listos para la fiesta, nos encontramos de repente con que el proceso de vacunación está como en un limbo.
Al principio las vacunas se pusieron de forma rápida y efectiva, a pesar del caos de los primerísimos días. Luego se detuvo el proceso en espera de más vacunas porque tocaba reservar la segunda dosis de los que ya estaban vacunados.
Ahora, ¿qué estamos esperando? ¿Qué pasó con el famoso permiso de exportación chino que impedía que saliera el cargamento que se esperaba para este mes de abril? ¿No se supone que AstraZeneca enviaría 2 millones de dosis en dos cargamentos, que debieron llegarán al país el 15 y el 25 de marzo? ¿Qué hicieron con las 91,200 dosis que llegaron el 6 de abril mediante el mecanismo COVAX?
Son bastantes las explicaciones que debe dar el Gabinete de Salud, que está regentado por la vicepresidenta Raquel Peña aunque siempre debió estar en manos del Ministerio de Salud Pública.
Obviando los protagonismos y responsabilidades que no vienen a cuento aunque la duplicidad creó inconvenientes al inicio de la vacunación, el Gobierno está en la obligación de explicarle a la población qué está sucediendo.
Todos sabemos que conseguir las vacunas ha sido más difícil que parir a un niño de nalgas pero, precisamente por ello, deberían ser más honestos. ¿A qué están jugando con el silencio? Son muchos los que necesitan las vacunas porque su vulnerabilidad los expone más. Al menos deben saber de qué va esto.