De la escritura, el libro y la lectura

De la escritura, el libro y la lectura

POR WILFREDO MORA
El libro no ha cambiado su verdadero significado: ser la pieza más fundamental de todo el progreso humano. La escritura, a través del libro y la lectura, desempeña la función primordial de preservación y difusión del conocimiento, desde hace miles de años.

Pero el libro está bajo muchos cuestionamientos: la mitad de la población mundial no lee libros, ni los utiliza para participar en el mundo real. Por otro lado, el buen libro no se obtiene tan fácil y sólo la mala literatura es la que se comercializa en los anaqueles de las tiendas. Cuando un libro malo es premiado es debido a los intelectuales asalariados del gobierno. Calificamos de “gris” la vida de un verdadero escritor, hoy día. En nuestro país abundan los autores apócrifos o farsantes del texto.   

La cultura se fundamenta en la comunicación escrita para que el ser humano pueda sobrevivir y pueda desarrollarse. René Maheu escribió cierta vez: “el libro es el documento de comunicación más seguro y manejable que se haya inventado jamás, es también el primero que permitió al pensamiento del hombre vencer al tiempo y, luego, al espacio”. A la escritura y al libro le correspondió la lectura. Entonces podemos aceptar que tanto la escritura, el libro y la lectura son una misma cosa.

La escritura tiene su historia. Y esta historia es uno de los momentos más importantes de la humanidad. Empezó hace más de quinientos mil millones de años, y ocurrió en más de un lugar a la vez. Pero apareció después de que los hombres aprendieron el uso de la piedra, otros instrumentos y utensilios. Los antropólogos nos dicen que hace unos 40,000 años las poblaciones humanas poseían la función de tallar, modelar y pintar representaciones de seres vivos en forma que todavía nos procura placer estético. (Las ciencias plásticas precedieron a la escritura y co-existieron a la vez para ciertos usos). La pictografía, es decir, el arte de representar visualmente lo grabado o trazado, fue quizá la primera forma del arte, o por lo menos la habilidad gráfica que hizo la forma de arte. Los primeros textos se componían de formas sucesivas de dibujos (“pictogramas”), que eran como señales de las primeras sociedades: pueblos de cazadores, pescadores, agricultores, etc..

La verdadera escritura, que comprende el análisis de las frases de las palabras figuradas sucesivamente, corresponde a sociedades más evolucionadas. No hay pruebas documentales de que estas sociedades hayan existido antes del año 4,000 AC, porque quizás la escritura no era imprescindible para la vida. Dicen los expertos que la edad de la escritura es de alrededor de unos 6,000 años aproximadamente y en la actualidad del presente (ahora mismo) vemos con tristeza cómo la mitad de los habitantes del planeta no se sirven de ella.

Volviendo al pictograma, a la escritura pictográfica antigua, ideal, suponemos que cada palabra se representaba en un dibujo especial reconocible. Así el signo que es un disco con rayos, significa “sol”, y el dibujo que es un cubre-cabeza, significa “sombrero”. Los signos-cosas se convierten en signos-palabras, y como expresan sentidos, más que sonidos, tienen un empleo ideográfico, y se les denomina ideogramas. Así es como surgen los nombres de las escrituras. Por ejemplo, el jeroglífico, que eran trazados en el sentido más amplio de la expresión. “hieros”, significa sagrado, y “grafein”, esculpir.

La escritura iba unida a las arquitecturas de las civilizaciones que conocemos, como las Americanas. Los manuscritos mayas, y de los aztecas. En ellos se ofrecen datos religiosos, históricos y geográficos

En la etapa siguiente de la invención de la escritura, surge la notación de los sonidos y parcialmente ésta se hace fonográfica. Sin dejar de ser pictoideográfica, el dibujo ahora sirve para representar palabras o sonidos que suenan igual pero que son distintas

Antes de la existencia del libro, convivieron la escritura y la lectura, por el uso práctico que dominaba en los monumentos, calendarios, grabados, tablillas, que daba muestra la evolución social. La escritura cuneiforme, sumeria, jeroglífica, acadia, todas ellas en principio de uso pictográfica y luego fonográfica se extendió como instrumento de civilización.

Todo esto ocurrió en los milenios tres, dos y uno AC. En las islas del Mar Egeo –Creta y Chipre–, se desarrollaron civilizaciones originales en la que la escritura empezó, con una etapa jeroglífica. Al parecer esta escritura adquirió pronto carácter fonográfico, efectuándose sistemáticamente la descomposición de las palabras  en sílabas del tipo consonante seguido de vocal. El idioma pronto adoptó un alfabeto.

Este alfabeto surgió en la costa oriental del Mar Mediterráneo en circunstancias que desconocemos. Lo seguro es que, cerca de las grandes escrituras de la civilización del Cercano Oriente, y dos milenios después de ellas, se produjo la invención del alfabeto –al constituirse una escritura fonográfica basada en el análisis de los elementos más pequeños de las palabras y que consistía, por lo tanto, de un número muy reducido de  caracteres (apenas más de veinte), de trazado simple y que no representaban objetos. Así se llegó al reinado de de los signos-sonidos, o sea de las letras.

Ese momento se interpreta como la conciencia de la constitución íntima de su idioma y de los usos a que puede destinarlo, es un  momento culminante de la historia: La historia del alfabeto, desde sus orígenes hasta nuestros días, es compleja. Desde entonces la escritura empieza a facilitar el progreso de la civilización. Las primeras impresiones del alfabeto fueron en escritura, hechas en tablillas, en la biblioteca de Ugart, en Fenicia (Líbano) y en regiones anejas. Así fue como debió aparecer la escritura, y esto ha quedado totalmente demostrado, por los historiadores. Entre las primeras escrituras citamos algunas de ellas: la hebraica, la árabe o cúfica, el arameo, la estruca (griega), etc..

El papel de la escritura siguió incólume en sus primeros usos, anteriores al libro, aparece como el prototipo del escrito. La imprenta en Europa en el siglo XV es otra piedra miliar en el camino de la escritura. Es un invento que sirvió para transmitir los idiomas de una generación a otra.

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