Hoy 
BIENVENIDO ALVAREZ-VEGA
Es un error de los dirigentes de los partidos políticos manejar el tema de la Liga Municipal Dominicana en atención a criterios coyunturales y a conveniencias del momento. Como lo están haciendo en estos días, incluso solicitando la eliminación de este importante y estratégico organismo para la vida de los pueblos.
La Liga es, ciertamente, una entidad obsoleta. Para los políticos ella era y es lo mismo que los cabildos, otra entidad destinada al clientelismo político. Nada más. Tanto es así que nuestros grandes partidos carecen de un personal especializado en el tema de la vida municipal. También carecen de discurso sobre el tema, como muy bien puede evidenciarse en sus respectivos programas de gobierno.
Es una lástima que así sea, porque los ayuntamientos constituyen consorcios de alta importancia social, política y económica. Pero ese desinterés no viene por generación espontánea, sino que forma parte de la marginación política, económica y administrativa en que se desenvolvían los cabildos hasta hace relativamente poco tiempo.
Durante la época de Trujillo los cabildos eran importantes centros de la vida de los municipios. No solo concentraban las tareas administrativas de las ciudades, sino también las actividades culturales como la banda de música, los conciertos dominicales, el acompañamiento de los entierros, los actos líricos y culturales de los días patrióticos y las bibliotecas públicas o municipales.
Pero después de la feliz desaparición del régimen de Trujillo, en 1961, los sucesivos gobiernos del doctor Joaquín Balaguer se encargaron de reducir los cabildos prácticamente a nada. Se empezó quitándoles los ingresos y se continuó recortándoles los servicios bajo su responsabilidad.
También se puso en marcha la perversa práctica de ahogar la economía de los cabildos gobernados por partidos opositores al gobierno, bajo el argumento de que estos utilizaban mal los ingresos y porque se convertían en centros para emplear a activistas partidarios.
En la medida en que los ayuntamientos eran transformados en nada también la Liga Municipal Dominicana era convertida en un ente de pocas tareas y responsabilidades.
Pero la Liga tenía y tiene funciones muy importantes que desempeñar a favor de los ayuntamientos y el cumplimiento de sus funciones, y a favor de la burocracia de éstos. Funciones que, es verdad, tienen que ser examinadas a la luz de los nuevos tiempos y de las nuevas necesidades municipales, para ser rediseñadas y actualizadas.
Pero de ninguna manera este organismo debe volar de un plumazo, como sugirió recientemente un dirigente político. Hacerlo sería incurrir en un error y, además, expresar una falta de visión sobre el valor de la vida municipal y sobre la necesidad de que el país cuente con un organismo técnico cuya función básica sea atender las necesidades que en ese orden tengan los cabildos.
Creo que nadie ignora que los ayuntamientos necesitan reencontrarse con sus funciones primigenias. Todos estamos de acuerdo con que la descentralización de la burocracia y los ingresos estatales pasa por unos cabildos fuertes que se encarguen de tareas como la recogida de la basura, alumbrado eléctrico, suministro de agua potable, servicios de educación y salud, construcción y arreglo de calles y avenidas, etcétera.
Para lograrlo es necesario repensar seriamente la organización, las funciones y los objetivos de los ayuntamientos; formar una burocracia municipal eficiente y disponer de fondos mayores que ahora. También será necesario disponer de un organismo, digamos que una Liga Municipal, con las herramientas necesarias para acompañar a los cabildos en esas tareas. Como ocurre en otros países.
Lo aconsejable sería, entonces, que los partidos que disponen de funcionarios municipales electos diseñen, junto a la Liga Municipal Dominicana, una estrategia para lograr la transformación de esta entidad de acuerdo a los tiempos y a las necesidades de los municipios y los munícipes.
