En esta edición de Belleza y Salud, tan importante en nuestra vida diaria y que tanto trasciende nuestra humanidad, pensamos que definir lo que es bello es complicado. Como decía Platón: La belleza es difícil : por qué un cuerpo humano es hermoso y otro no lo es; por qué un paisaje golpea dulcemente y otro causa agria repulsa; por qué una pintura atrae y otra ocasiona rechazo; por qué algunas composiciones musicales, poéticas, arquitectónicas, escultóricas, nos hacen exclamar ¡qué bello! !, mientras tantas otras pasan desapercibidas o sencillamente desagradan; ¿qué es lo que nos atrae y aficiona a las cosas que amamos? Porque,ciertamente, si no hubiese en ellas alguna gracia y hermosura, de ningún modo nos atraerían hacia sí. Dios, en su sabiduría infinita, nos creó con diferentes percepciones de lo que es la belleza. ¿Se imaginan que a todos nos gustaran los mismos tipos de belleza?, sería un caos, podríamos decir que la belleza está en los ojos y en el corazón del que la observa.
Puede haber seres bellísimos físicamente que en base a eso se convierten en arrogantes, insoportables espiritualmente y desagradables a las almas sensibles. Y también podríamos encontrar seres no tan hermosos y muchas veces feos ( según los criterios de belleza física), que encanta por sus cualidades espirituales, su delicadeza, su humildad, su ternura, su compasión, y todo lo que da belleza de adentro hacia fuera.
Los niños aprecian en el rostro de sus madres la mayor belleza. Es el amor, la ternura y los cuidados de mamá lo que le permite abrir los ojos del alma y reconocer una belleza más allá de lo físico y material.
La verdadera belleza, la que no se acaba, sino que crece con el tiempo es aquella que suele sonreír con esplendor en la bondad, en la verdad y en el amor que hay en las obras que hacemos. Si somos capaces de captar la belleza de un acto de amor, debemos esforzarnos por dar el paso de lo meramente exterior a la realidad profunda que capta el espíritu, lo que captamos dentro de nosotros; así estaremos más preparados de percibir toda verdad, bondad y amor que, en suma, es la belleza que nunca caduca.
No es falso que hay cuerpos humanos armónicos y proporcionados que impresionan y podemos catalogar como hermosos. Más no podemos permanecer en un miramiento material de lo bello porque el cuerpo es perecedero pero el alma que agrada a Dios es bella siempre y traspasa los limites de la belleza física y de la edad. Por todo esto, siempre habrá seres que serán eternamente bellos, aún con sus caritas arrugadas y sus cabellos de plata.
Siendo realistas y fieles a las cosas del mundo, tenemos que reconocer que la belleza impone incesantemente en nosotros su presencia. Y es lícito y natural que siempre tengamos esa sana vanidad de desear vernos lindas, arregladas y lo mejor que podamos dentro de nuestras limitaciones de belleza natural, edad y cuidados que podamos regalarnos. Por Gracia de Dios, hoy en día hay muchísimas herramientas, de las que se detallan en esta edición, que nos permiten, al menos, lucir cuidadas y atentas a nuestra presencia física, sin olvidar que nuestro cuerpo es el estuche precioso que guarda nuestra alma y nuestro espíritu. Nuestra personalidad será mas agradable si nos sentimos hermosas, y si tenemos la luz interior que nos da el amor al prójimo. Siempre reflejaremos esa divinidad que puede iluminar la vida de los que se cruzan en nuestros caminos, simplemente con una sonrisa o con un saludo amable y sincero.
Que bueno que estén a nuestra disposición tantos productos y técnicas modernas que nos ayuden a tener mas salud y mas belleza, pero que maravilloso también comprender que la belleza es integral. Seamos bellos por dentro y por fuera y nunca se apagara nuestra luz con naturalidad y sencillez. Quien busque con honestidad la belleza, será capaz de verla con los ojos del alma. Y esos mismos ojos, indefectiblemente, le llevarán al autor; a ese autor que no tuvo apariencia humana en su pasión y luego, resucitado, revestido por el valor de su acto supremo de donación, es la Belleza misma. La gloria de los jóvenes es su fuerza, y la hermosura de los ancianos es su vejez Salmo 20:29