Aún recuerdo aquella noche. Era un domingo y corría aquel macabro año 2004 en el que había que hacer magia para extender el salario para sobrevivir. A días de la quincena solo me quedaban 25 pesos y me debatía qué hacer con ellos: ¡no me alcanzaba ni siquiera para unas papitas Lay’s y un refresco! Sintiéndome realmente miserable, entendí que hasta ese momento mis problemas nunca lo fueron. La vida real era otra cosa.
Hoy, a bastante años y una vida sin contratiempos, recordé esos días gracias a la senadora Sonia Mateo, quien tenía un “mísero” sueldo de 250 mil lágrimas que ni siquiera le alcanzaban para poder comprarse una botella de agua cuando estaba en la calle.
¡Cuánto habría dado yo por un sueldo así de miserable durante las postrimerías del gobierno de Hipólito Mejía! Es más, hasta ahora me gustaría ganar tan poco que no me alcance, como a ella, para pagar un alquiler porque entre préstamos y demás compromisos me queden de 80 a 100 mil al mes… ¡limpios!
Lo grande es que Sonia olvidó decir que nosotros le damos RD$25 mil mensuales por concepto de alquiler de vivienda, con lo que le alcanza para tener un apartamento en la capital; RD$6,000 para pagar el celular, dos exoneraciones de vehículos que suelen vender al mejor postor, pagos extras por asistir a las comisiones de trabajo y a las sesiones, bonos hasta por respirar y pago de choferes y seguridad, entre otras bellezas como el barrilito. Vista su realidad, es un descaro y una afrenta que Sonia justifique un aumento de RD$70 mil. ¿Será que necesita un cursito de finanzas personales con Alejandro Fernández?