De la ocupación durante un siglo al estrellato en apenas 20 años

De la ocupación durante un siglo al estrellato en apenas 20 años

La primera ocupación política de Estonia en el siglo XX fue hecha por Rusia en 1905 y duró hasta el año 1918 cuando, al finalizar la Primera Guerra Mundial, se independiza por apenas dos o tres días. Alemania procedió a ocuparla hasta 1939 a través del acuerdo Molotov Ribbentrop, los alemanes le entregaron Estonia a Rusia, que procedió a hacer una despiadada ocupación durante los próximos 50 años, destruyendo su infraestructura.
Una férrea ocupación militar de más de un siglo hubiese dejado a cualquier nación devastada emocionalmente, con un profundo sentido del fracaso y con poca orientación para cohesionar su identidad, que le permitiera, fundamental, crear una nación progresista, incluyente y exitosa cuando se lograra la independencia.
Los ciudadanos de Estonia se han caracterizado por una extraordinaria fortaleza para enfrentar las adversidades, por mantener vivo, sin importar las condiciones, un sólido espíritu de identidad nacional sustentado en la empatía y la colaboración ciudadana, manejando con enorme eficiencia la interacción del corto con el mediano y largo plazo, sustentado en un populismo progresista y una permanente búsqueda, en cada uno de sus ciudadanos, de la excelencia.
No obstante la extraordinaria dimensión de los desafíos socio-económicos, la población de Estonia, colectivamente, tomó la decisión de no dejarse intimidar por todas esas agresiones, y decidieron, de una manera prudente y lenta, recrear su identidad inusual mientras analizaba y seguía, con gran cuidado, la situación política de la Unión Soviética, ya que, a partir de los últimos años de ejercicio político de Brézhnev, empezó a ser evidente que estaban ocurriendo grandes cambios en la Unión Soviética. Tres años después de su muerte, Mijaíl Gorbachov tomó el poder y procedió a implantar, rápidamente, la famosa Perestroika que resultó en una enorme restructuración económica de la Unión Soviética. Esta acción ayudó a agravar la solidez de la estructura militar y política, creando las condiciones para la disolución del imperio soviético.
Durante ese período, los ciudadanos de Estonia empezaron a prepararse para su independencia, creando un modelo económico que incluía todos los factores esenciales descritos en párrafos anteriores. A partir del 1987, iniciaron un movimiento político, el cual fue disfrazado como una corriente meramente de reforzamiento a su identidad. Este poderoso movimiento, que duró casi cuatro años, fue conocido como la “Revolución Cantada”, hasta que, al fin, lograron la independencia en 1991.
Estonia mantuvo, de una manera subrepticia durante la ocupación, la aplicación de un populismo progresivo sustentado en un profundo sentido de inclusión, una orientación de solidaridad social, una conciencia colaborativa y frugal. Bajo circunstancias terriblemente difíciles, continuaron aplicando lo que ha sido durante todo el siglo pasado, un proceso permanente de empoderamiento digital y ciudadano.
Los resultados, en apenas 25 años, han sido de tal naturaleza que a veces es difícil visualizarla por aquellos que no conocen íntimamente la historia de Estonia. Se han convertido en el país per cápita más conectado digitalmente. La mayor parte de los servicios, incluyendo el pago de impuestos y los movimientos bancarios, se hacen a través del Internet. Los jóvenes aprenden a codificar desde los 12 años. Estonia es una nación llena de Startups (pequeñas empresas tecnológicas) de las cuales muchas han tenido éxito mundial, entre ellas, la más famosa Skype.
La extraordinaria historia de Estonia (una nación con pocos recursos naturales; de hecho su recurso fundamental es la excelencia y dedicación del pueblo) es un ejemplo de las enormes oportunidades que tienen naciones pequeñas y medianas si se sustentan en levantar a nivel de sus ciudadanos un sentido de excelencia y de identidad patriótica, que los lleve, individualmente, hacia una nación con un sistema educativo que los prepare y los mantenga preparados para lo que los nuevos mercados demanden, que actúen como ciudadanos empoderados y colaborativos, y así construir una nación imparable en su progreso económico, social y político.

Investigadora asociada: Natalia Dorca.

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