De la Privada a Duquesa, algo de sentido común

De la Privada a Duquesa, algo de sentido común

No sé cómo se hizo tarde. Quizás fue por desidia matinal o por  la brisa que invitaba a quedarse en casa. Lo cierto es que, como nunca, el tiempo estaba en contra mío.

Entonces los recordé. Ellos,  los túneles a cielo abierto de la 27 de Febrero, habían sido inaugurados la tarde anterior. Por tanto, ¿no era el momento de probarlos? Tomé la ruta, fui hasta  la Privada y, cinco minutos después que el semáforo me liberó, estaba en la Ortega y Gasset. Es decir, a    par de semáforos del trabajo.

Feliz, no podía creer que la tortura había terminado. Los últimos dos años fueron un infierno. Ya pasó. Mientras lo pensaba, al abrir el periódico, mi sonrisa se esfumó: ver que los ayuntamientos advierten que  estaremos arropados por la basura por las malas condiciones del camino que da al vertedero de Duquesa, me hizo reparar en cómo aquí invertimos las prioridades. Y es que, si bien es cierto que los túneles ayudan al bolsillo y la paciencia, da vergüenza que no aparezca el dinero para reparar esa carretera.

En momentos en que el cólera ya no es amenaza sino realidad, cuando la malaria, el dengue y la leptospirosis amenazan como siempre, es un abuso que ni los alcaldes ni las autoridades del gobierno central busquen una rápida solución  a este problema. La basura, es importante que lo recuerden, se traduce en todo tipo de enfermedades.

Urge que en este país nos sentemos a pensar en cuáles son las prioridades. Hay muchas cosas que pueden esperar. Hagamos las más importantes, que muchas veces son las más baratas, primero. Esa es una regla elemental. No sé por qué cuesta tanto aprenderla.

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