De la reconfiguración política y recomposición electoral

De la reconfiguración política y recomposición electoral

Snayder Santana

La sociedad como ente vivo se mantiene en constante movimiento, sometida a las leyes de la dialéctica. Su desarrollo depende de las contradicciones, fricciones y movimientos que se producen a lo interno de esta, condiciones mediante las cuales se configura y distribuye el poder que en ella esta disuelto. Una dimensión fundamental en la vida social, sin dudas, la constituye el espectro político y de este, el espacio electoral, mismo que produce la correlación de fuerzas entre los segmentos sociales que predominan en la sociedad posmoderna.

La reconfiguración política en un contexto poselectoral, ha de entenderse como un proceso natural, que trastoca la correlación de fuerzas en los poderes del Estado que dependen del voto universal dentro de un sistema democrático, esto así, toda vez que la visión que se tenga del ámbito en que actúa la política sea restringido, o sea que, se asuma la teoría de que, la política es el arte de gobernar y la arena de la política es el ámbito estricto del gobierno.

Si partimos de una visión mucho más amplia del ámbito de lo político o un acercamiento a la política, por definición de manera más amplia, podríamos inferir que la política o lo político atraviesa transversalmente la totalidad de vida actual en sociedad, parafraseando al autor del libro ¿Que es la política? el sudafricano Adrián Leftwich, podríamos definir en un ámbito más amplio, la política como una cualidad intrínseca del ser humano y que se encuentra en el centro de toda actividad social colectiva, formal o informal, pública o privada, en todos los grupos humanos,
instituciones y sociedades.

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Así las cosas, si la mirada política es restringida veremos la reconfiguración política poselectoral solo a lo interno del Estado y del gobierno, en sus instituciones, sus acciones y su rango de influencia, pero si asumimos una mirada más amplia del ámbito de la acción política que atraviesa todas las dimensiones de la sociedad y la vida de las personas, podríamos percibir que la reconfiguración política actual trastoca toda la agenda nacional, se redefinen los discursos y posiciones sobre temas fundamentales, se promueven reformas sustanciales en algunos casos y cosméticas en otros.

En el caso dominicano a raíz de las elecciones del año 2020, en un contexto matizado por la profundización de una crisis provocada por la pandemia, la reconfiguración política de todo el ajedrez social ha estado en movimiento, entre sus rasgos más característicos está el establecimiento de una nueva forma de relación entre la cúpula económica empresarial y la cúpula del gobierno, sobre la base del impulso de una agenda neoliberal apoyada de instrumentos legales que redefinen la participación empresarial en sectores fundamentales para el desarrollo social, como los alimentos, el transporte, el turismo y otros.

La sociedad civil organizada, abanderada por años alrededor de demandas políticas anticorrupción, no queda exenta del proceso de reconfiguración, toda vez que una gran parte de su vocería pasa a formar parte del gobierno, esto obliga a girar el eje de acción y en cierta medida desarticula los movimientos que se gestaban en el seno de toda la articulación social, provocando así la necesidad de identificar nuevas contradicciones sobre la cual mantener más o menos la vida útil de las organizaciones.

Este proceso implica también un movimiento brusco de los contenidos y línea editorial de los medios de comunicación tradicional, lo cual es un ejercicio político que impacta en la cotidianidad de la gente. La configuración de los intereses y compromisos con los nuevos actores del sistema público, define los puntos de coincidencia de la agenda de
los medios y la nueva agenda política nacional, nuevas vocerías construyendo nuevos relatos, que sin dudas generan una nueva realidad comunicacional que parte de y hacia la política como objetivo y plataforma.

La reconfiguración política tras un cambio de partido en el Gobierno, no es en sí misma buena ni mala, no existe posibilidad de análisis maniqueo al respecto, sino más bien que debe ser analizada partiendo de la agenda política de desarrollo sobre la cual se produce el cambio político, las aspiraciones de la mayoría, la correlación de fuerzas que la hace posible y no menos importante como la percibe la gente común.

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Evidentemente esta reconfiguración política parte de la conformación de una nueva mayoría y el despojo de espacios de poder de otros, esto por consecuencia crea una nueva oposición política y recompone totalmente el sistema de partidos políticos. Reorganiza las posiciones en la boleta electoral, la correlación de fuerzas entre partidos, la representación en los espacios de toma de decisiones y la distribución de recursos públicos a las plataformas político electoral, lo que de por si genera un escenario nuevo de cara al certamen electoral del año 2024, sumado a esto la posible reforma del marco jurídico que norma los procesos electorales.

Partiendo de todo lo anterior pudiéramos estar ante una ruptura real del entramado social, que de ser entendida y asumida pudiera ser un proceso de tránsito hacia una nueva realidad social. Habría que estudiar permanentemente el movimiento del engranaje social para identificar las nuevas fricciones y contradicciones, accionar políticamente sobre ellas para generar unas condiciones más o menos favorables que permitan generar cambios estructurales en el tejido del poder. La tarea inmediata si la hay, seria identificar y promover una fuerza política capaz de materializar y capitalizar las condiciones de reconfiguración y recomposición, hasta ahora no se identifica en el escenario político, lo cual amenaza de continuidad lo que parece un cambio.

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