De la sanción natural de lo justo y lo moral

De la sanción natural de lo justo y lo moral

El título no es mío. Es del extraordinario pensador austríaco Franz Brentano (1838-1917),  primero sacerdote católico y catedrático en Viena, luego separado de la iglesia, aunque profundamente católico, quien escribió libros breves, casi folletos, de una precisión incomparable según Julián Marías. Se considera que Brentano, con su folleto “El origen del conocimiento moral”, transformó la ética y dio origen a la teoría de los valores.

En nuestros días –así pienso–, habría enloquecido ante la desvergüenza de la escala de valores que hoy predomina aquí, en la República Dominicana, y la mayor parte del mundo. Ya se trate del llamado Primer Mundo, del Segundo o del Tercero (siempre que éste represente el más espantosamente carenciado).   Voy a tomar de la mano a Julián Marías cuando habla del “Criterio moral”: -“¿Qué me dice que una cosa es buena o mala? ¿El hecho de que yo la ame o la odie? No. En la lógica tampoco depende la verdad de que yo la afirme o la niegue: puedo equivocarme. No porque  yo ame una cosa, es que sea buena… la estimo buena porque la amo.”

Pero el ser humano es naturalmente egoísta, y posee tal actitud tan profundamente clavada en el centro de la personalidad, que la podemos observar claramente en los recién nacidos y niños de corta edad. ¡Cómo gritan, chillan y patalean cuando no obtienen lo que quieren! Que se trata de un mecanismo justo, adecuado a sus necesidades de protección para subsistir, de acuerdo, pero esas energías primarias mantienen un nivel de presencia permanente que debemos combatir. Ser civilizado, morigerado,  compasivo, consecuente con el derecho de los demás significa una victoria sobre fuerzas primarias… ¡y es tan difícil ponerlas en marcha!  Significa un aplastamiento de instintos milenarios, que aunque ya no tienen igual razón de existir como en los primeros tiempos del Homo Sapiens (que usualmente no es tan Sapiens) perdura en busca de beneficios sin que cuente mucho o poco la limpieza de las actuaciones.

Wilhelm Dilthey (1833-1911), profesor de la Universidad de Berlín, erudito en ciencias históricas y demás ciencias del espíritu, decía que “La vida consiste en que la unidad vital reacciona sobre los estímulos, los modifica o se adapta a sus condiciones, mediante la actividad voluntaria”.   Por tanto, como siempre he creído, no somos prisioneros encadenados a un pasado, reciente o remoto. Podemos romper los eslabones de hierro. Podemos mejorar. Podemos deshacernos de las tradicionales conductas defensivas de valores inicuos e innecesarios, deshacernos de las conductas cobardes y desechar el miedo, cuya razón existencial ya no tiene validez en las áreas materiales de quienes realmente cuentan para las grandes decisiones que afectan multitudes.

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