De la zoología al Apocalipsis

De la zoología al Apocalipsis

BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
La palabra puede ser dulce como el beso de la mujer amada, tierna como la sonrisa de un nieto pequeño, hermosa como el término exacto que define el amor o tan dura y áspera como la de un guardia o policía inexperto, asustado, bajo presión.

La palabra, pues, sirve para tender un puente o para romperlo.

Cayetano Rodríguez del Prado me contó que, dado el inmenso territorio de China, las visitas que giraba a diferentes regiones debía hacerlas acompañado de un traductor.

Le explicaron que el sonido de una misma palabra variaba de región a región y así variaba el significado del término.

En español ocurre lo mismo: depende del momento, tono, gesto que la acompañe, una palabra tiene nadie sabe cuántos significados.

Alguna vez me dijeron que Gabriel García Márquez declaró su admiración por el también escritor colombiano J. M. Vargas Vil diciendo que le gustaría ser como él.

No sé si es cierto, pero recuerdo mucho a Vargas Vil, finalmente sacado de la historia oficial de la literatura de América.

En su obra “Los divinos y los humanos” Vargas Villa emplea el lenguaje de la zoología para referirse al general Ulises Heureaux (Lilís), el agudo, valiente, profundo, pintoresco, criollo y sanguinario tirano de finales del siglo 19.

Vargas Vil dijo que Lilís era un personaje salido de la zoología. Quizá no es su juicio más feliz por la carga de racismo que destila.

Desde siempre, determinados intentos políticos de juntar el aceite y el vinagre han sido calificados como la unión “entre macos y cacatas”.

A Juan Bosch le gustaba emplear el refrán que manda: “cuando ladra el perro, dale al amo”.

Semanas atrás se levantó una interesante polémica en lenguaje zoológico, como lo hizo casi 100 años atrás J. M. Vargas Vil.

Las descalificaciones y ninguneos entre políticos forman parte del pan nuestro de cada día, no así los buenos y nobles ejemplos.

Cada cual acomoda los acontecimientos a sus circunstancias, a las que entiende que lo benefician.

Joaquín Balaguer llamó a su enchufe Juan Bosch “demagogo con careta de redentor”.

Bosch usaba un lenguaje más cuidadoso cuando se refería a Balaguer, por ejemplo decía “el doctor Balaguer falta a la verdad” que es lo mismo que decir “el doctor Balaguer es un mentiroso”.

La verdad no es un instrumento de uso constante en el campo de las diferencias políticas.

Ahora es el presidente del Partido de la Liberación Dominicana quien, como presidente de la República elogió el año pasado el espíritu de cooperación del Congreso Nacional, con su gobierno, la emprende contra el primer poder del Estado con un lenguaje apocalíptico.

Después de cuatro años de ejercicio del poder congresional por el Partido Revolucionario Dominicano, con moderación, con espíritu de cooperación con el gobierno, especialmente en los dos años del presidente del Partido de la Liberación Dominicana, 2004-2006, se le ocurre “descubrir” que si la alianza PRD-PRSC gana la  mayoría de senadores, diputados, síndicos y regidores, vendrá el diluvio universal.

Una de las frases geniales de mi más que amigo Freddy Beras Goico es aquella que dice: “tiene razón. pero poca” Y cito esta frase para no aplicarle la de Bosch a Balaguer.

El presidente del PLD conoce el uso de la palabra y sabe que manda un mensaje peligroso a la militancia de su partido, que muestra desesperación ante las elecciones de mayo.

Ese mensaje peligroso comenzó en Piedra Blanca de Bonao, el 16 de agosto del año pasado cuando asesinaron al regidor a quien habían amenazado el día anterior.

Las elecciones de medio tiempo no deben transcurrir bajo la sombrilla del lenguaje apocalíptico que la base de los partidos interpreta como una patente para hacer coca y alzarse con el santo y la limosna “por la razón o por la fuerza”.

Así no. Así no. Así no conviene a nadie.

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