De las «artist room» a los renovados hoteles cápsula

De las «artist room» a los renovados hoteles cápsula

EFE. Reportajes

Tokio se ha puesto las pilas para reforzar el encanto de la metrópoli de cara a la celebración de los Juegos Olímpicos de 2020, un año en el que el Ejecutivo japonés se ha propuesto atraer veinte millones de turistas extranjeros hasta sus fronteras.

Existen aproximadamente 140 000 plazas hoteleras en un radio de cincuenta kilómetros del centro financiero de la capital nipona, según estimaciones del Comité Olímpico Internacional, una cifra que se espera que aumente en los próximos años en un 8 %, lo que supondrían unas 7 500 habitaciones adicionales.

Además de los de nueva construcción, muchos de los hoteles ya existentes han optado por llevar a cabo planes de ampliación o renovación, agudizando el ingenio para que los visitantes los elijan entre la amalgama de posibilidades que ofrece la ciudad.

Es el caso del lujoso Park Hotel, entre cuya oferta ha decidido incluir una serie de habitaciones temáticas convertidas en auténticas obras de arte.

Visión sintética de Japón. Fornidos luchadores de sumo, icónicos cerezos en flor, delicadas geishas y fantasmagóricos “yokai” (criaturas del folclore nipón) son algunos de los elementos que varios artistas japoneses han plasmado en trece de las habitaciones del complejo.

A través de ellas, los artistas “sintetizan su visión de Japón”, explica a Efe Emi Sotome, directora de Márketing y Relaciones Públicas del hotel, quien además confiesa que, aunque están disponibles para cualquier solicitante, las estancias están “especialmente pensadas para extranjeros”.

El hotel se ha propuesto crear una planta entera con un total de treinta y una “artist rooms” (habitaciones artísticas) para 2016. La número catorce ya está en camino de la mano de Kazuki Mizuguchi, un creador que ha decidido pintar el desaparecido Castillo Edo para añadir un tinte histórico al moderno rascacielos en el que se ubica el parador.

Construido en el siglo XV en lo que hoy es Tokio -entonces denominada Edo-, un incendio redujo a cenizas el icónico palacio de la capital, que no ha vuelto a reconstruirse. Donde un día se alzó imponente, solo quedan sus restos, explica el artista.

“Me pareció interesante crear una habitación que diera un salto en el tiempo de 400 años en su interior, dado que desde la ventana se ve el paisaje moderno de la ciudad, e imaginar cómo sería hoy el castillo”, dice Mizuguchi mientras pinta la pared en tonos dorados para plasmar un luminoso atardecer. Siete meses tardó en terminar su obra Aki Narita, la maestra del pincel responsable de la “Artist Room Geisha Goldfish”, una habitación presidida por dos majestuosas geisha a cuyo alrededor flota un remolino de carpas doradas.

Decenas de pececillos se arremolinan en las paredes y techo de la estancia creando un torrente anaranjado.

En Japón existe la creencia de que estas escurridizas criaturas acuáticas traen buena suerte, y eso es precisamente lo que quería transmitir Narita, “un torrente de dicha para todos los que se alojan aquí”, apunta Sotome mientras echa un vistazo en su interior.

La iniciativa añade “encanto” al hotel, que pone a disposición de los clientes estas singulares habitaciones, dice.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas