De las palabras a los hechos

De las palabras a los hechos

La carestía del petróleo y los alimentos coloca al mundo en una encrucijada muy delicada. Los países como el nuestro, dependientes de petróleo importado, están obligados a maniobrar para evitar el colapso de la economía y trastornos sociales derivados de la dificultad de acceso de la población a  bienes y servicios vitales.

Como se trata de un problema de origen externo que perjudica a todos, aunque en mayor medida a los menos afortunados, se requiere que la  maniobra para enfrentar la situación sea responsabilidad de todos los sectores, no solamente de los  Gobiernos, cuyo papel debe ser de facilitador para dar soporte a cuantas decisiones sean necesarias para que el país pueda soportar el impacto de estas adversidades.

Por esas razones es oportuno el llamado de unificación que ha hecho el Presidente Leonel Fernández, y que ha secundado el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez. El problema que tenemos por delante, por la carestía del petróleo y sus derivados así como de los alimentos, trasciende lo político, ideológico y otras clasificaciones o segmentaciones que existen en la sociedad.

Lo primero debe ser aunar los ánimos para elaborar una agenda común en la cual cada sector tenga obligaciones puntuales y específicas, de manera que operemos como los engranajes de una gran maquinaria. Pero, más que todo, es necesario pasar de las palabras a los hechos.

Subsidios para alivianar la carga

Es oportuno que el Gobierno haya reafirmado su intención de mantener la política de subsidios que ha estado aplicando para amortiguar el impacto de la carestía alimentaria sobre los sectores más pobres de la población. Es un gran alivio saberlo porque los subsidios a artículos básicos como el arroz, las habichuelas, una variedad determinada de pan y otros artículos se corresponden con un acto de justicia social.

Ahora bien, hay que insistir en la necesidad de una reorientación de algunos subsidios para que su efecto llegue a los sectores que los requieren. En el caso del gas licuado de petróleo y el gasoil se requieren ajustes que los direccionen con más precisión. Por otra parte, hay que acelerar la conversión del parque energético para que opere en base a combustibles más baratos, como gas natural y carbón mineral, de modo que el ahorro en costos disminuya la inversión en subsidio de este servicio para los sectores de bajo consumo.

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